—Tomé una respiración profunda y me di una pequeña charla motivacional antes de siquiera pensar en bajarme del coche. No había vuelta atrás y, para ser honesta, ni siquiera sabía en qué me había metido.
—¿Qué pasaría si termino enamorándome de él cuando no debería? Por alguna razón, eso parecía ser una estúpida costumbre mía.
—Mis ojos se desplazaron hacia Christian, quien estaba esperando pacientemente en su coche y finalmente me vio. Él me sonrió mientras yo le devolvía un saludo incómodo. Ya me había visto, así que tenía que salir. No podía irme conduciendo. No había escapatoria.
—Siena, ¿deberíamos irnos? —pregunté al voltear, pero como de costumbre, no hubo respuesta. Ni siquiera sabía por qué le pedía consejo a un bebé.