—Estás despierto temprano —sonreí a Cristian y me apoyé contra la puerta mientras él le daba el biberón a Siena.
—¿Ella o yo? —se rió. Ella había estado gritando toda la noche y todo porque quería atención—. Es porque la mimas demasiado —le dije—. Tu hija es una reina del drama.
—Retira lo que dijiste —habló Cristian, pero esta vez no lo hizo en su tono burlón de siempre y le faltaba una cantidad terrible de energía—. ¿Estás segura de que tu papá está bien?
La expresión en el rostro de Cristian había cambiado y parecía tenso—. Serena, ¿qué parte de que se está muriendo no entiendes? —habló molesto. No me había hablado en ese tono durante meses.
—Lo siento, es solo que ayer te pregunté y me dijiste que estaba bien —suspiré ya que no estaba de humor para discutir—. Lo sé, lo siento; no quise decirlo así —se disculpó.
—No has cerrado el ojo desde ayer, ve a dormir mientras yo me ocupo de ella .