—Serena, mira, nuestra bebé se ve tan perfecta, ¡se parece a ti! —Cristian entró en la habitación con una gran sonrisa en su rostro y alzó a Siena en el aire.
Esta noche era la cena con los Orlando y todavía estaba un poco ansiosa por lo que Cristian hubiera planeado. ¿Realmente le iba a dar un pase a Dario?
—¿Última colección? —le pregunté con tono burlón, de la misma manera que Daniela me había preguntado a mí.
—¿Sí? ¿Cómo lo sabes? —Cristian preguntó sorprendido. —No lo sé —suspiré molesta—. Es lo que Daniela me preguntó la otra vez, ugh. —Hice un gesto de asco al final.
Cristian me miró con lástima. —No tienes que juntarte con ellos, yo no lo haría así que no sé por qué te estás esforzando, no escuches a mi madre.
—Tu madre tiene razón —lo corregí—. Y la cosa es que ya no confío en tus palabras, sé que ya sabías sobre Dario —le informé. Cristian frunció el ceño. —¿Lo sabes?