—Allí están ustedes —Johnny esperó nuestra llegada y silbó antes de que una de las meseras se acercara—. Su abrigo —dijo él.
—Te ves diferente cuando trabajas —me reí de él—. Sabía que administraba el restaurante bajo el nombre Lamberti, pero ver al usualmente suave Johnny cosplayar a un gerente estricto me hizo reír—. Pareces un verdadero Lamberti —Cristian estuvo de acuerdo.
—Estoy muy feliz de que ambos eligieran estar aquí en este día especial —Johnny puso su mano en mi espalda y nos llevó al balcón del restaurante—. ¿Especial? Es solo una cena —me reí de él.
—Una cena especial —Johnny encogió sus hombros y sacó una silla para mí—. Vaya, ¿cómo sabías que me gusta el rosa? —le pregunté mientras contemplaba el hermoso paisaje—. Johnny señaló a Cristian y asintió con la cabeza—. Casi me amenazó para asegurarse de que todo fuera rosa, rosa bebé.