BEAU E ISOBEL
7 HORAS
—¿No estás nervioso por encontrarte con tu familia? —preguntó Isobel, quien había estado mirando a Beau durante bastante tiempo. Beau rodó los ojos y miró por la ventana.
Habían seguido las instrucciones de Cristian y después de que él se arreglara, se dirigieron a un lugar cerca de la mansión de los Lamberti. Cristian había sido muy claro en sus instrucciones y ambos tenían una idea de que podría haber sido porque la combinación de una rata y García no pintaba nada bien.
Beau aún no soportaba a Isobel y deseaba que todo esto terminara para no tener que volver a verla. El pensamiento de no poder ahogarla lo había agobiado, e Isobel hablándole no lo hacía sentir mejor. —No hablas mucho, ¿verdad? —suspiró Isobel y se recostó en su asiento—. Pero nunca has sido de hablar mucho, así que está bien.