—¿Escuchaste eso, Luis? ¡Mi hermano está a salvo! —le dije y lo abracé.
—Estoy tan feliz —Luis sonrió y apoyó su cabeza contra mi estómago—. Es difícil abrazarte —se rió entre dientes.
Tenía mis dudas de si Isobel lograría liberarlo o no, pero realmente lo hizo. No tener que preocuparme por Beau había eliminado la sensación sofocante que tuve estos últimos días.
—¡Tengo que averiguar a dónde lo llevan! —Extendí la mano para agarrar mi teléfono otra vez pero me mareé en el proceso—. ¡Serena, tienes que sentarte! —me dijo Luis y agarró mi mano.
—Tu hermano está a salvo por ahora, así que por favor descansa, por favor —puso cara de súplica al apretar mi mano—. Por el bebé.
Por el bebé, tenía razón, había estado tan atrapada en todo que me había olvidado del bebé.
—Beau está a salvo, eso es suficiente por ahora, deberías tomar una siesta porque no has pegado un ojo desde que estoy aquí...