—¿Cómo crees que les esté yendo a Gio y a Beau? —Marc le dio un codazo a Christian y estalló en risas. El inmutable Gio atascado en un coche con el inmutable Beau era, definitivamente, todo un concepto. —Podría haber sido cualquiera de nosotros.
—Qué demonios —Christian de repente habló al ver a su indeseado hermano llamar en la ventana del coche—. ¡Marc, abre! —exigió antes de empujar a Enzo al asiento trasero.
—¿Qué haces aquí? ¡Te dije que te mantuvieras al margen de mis asuntos! —Christian se giró y lo agarró por el cuello.
—Tranquilo hermanito, vine a ayudarte —Enzo suspiró mientras se zafaba—. Escuché que Isobel hizo algo, así que realmente sentí que era hora de hacer algo también.
—Es una lástima que haya tenido que venir a pie y que haya tenido que sacar a la fuerza ese loco plan tuyo de la gente —Enzo suspiró teatralmente.