—¿Todo eso porque no lo respaldé? —susurré para mí misma. Johnny corrió al lado de Luca, mientras Enzo pasaba su brazo por mi hombro.
—No te lo tomes personal. Siempre ha sido así, quejándose como un niño pequeño.
—Sí, lo sé —Crucé los brazos—. ¿Pero dejarme atrás?
—Conmigo —Enzo se encogió de hombros—. Eso significa que confía en mí, ¿no?
—No está enojado contigo. Está molesto porque lo miraste con esos ojos de cachorro —Dario dio un paso adelante, sonriendo.
—¿Qué ojos de cachorro? —Hice pucheros—. ¿Todo lo que le dije fue que no matara a su primo, y ahora de repente soy el malo?
—Esos ojos de cachorro —Dario tocó mi nariz con su dedo—. Me mostró sus hoyuelos, haciéndome sonrojar—. No te preocupes demasiado por él, solo déjalo calmarse.
No amaba a Dario como amaba a Cristian. Eso ya lo había descartado, pero tener a alguien con quien hablar que compartiera los mismos intereses y saber que había vuelto a ser él mismo, me derretía el corazón.
Él merecía la felicidad.