—¡Mamá está aquí! —agarré a Siena, que estaba parlanchina mientras saltaba en su cuna. Era la mañana y mi último día en esta casa.
Los días habían pasado rápidamente, y los pasé con mis seres queridos tanto como pude. Después de varios días con mis padres, había decidido pasar mi último día en casa—como familia.
Despedirme de mis padres y hermanos fue lo más difícil porque no podía contarles acerca de mis preocupaciones. Como si eso no fuera suficiente, no podía olvidar las últimas palabras de mi hermano.
—Solo sabes que si alguien me preguntara entre mi vida o la tuya... —Beau bromeó ayer—. Les diría que tomen la tuya.
Todos sabíamos que no era cierto, pero habría sido mejor si lo fuera. No quería que nadie me siguiera o luchara por mí. Todo lo que quería era rendirme para no tener que perder a más personas.
Siena miró a su alrededor, buscando a Cristian. —¿Quieres a papá?
Chilló, agitando sus manos. —¿Eso lo tomo como un sí?