—Entonces, ¿cómo me veo? —Carmen lució su vestido. Era otro aburrido día en la casa de los Alfonso, y la única que me hacía compañía era mi hermana mientras Siena dormía.
—Linda —toqué el borde de su vestido—. Entonces, ¿qué vas a hacer de nuevo?
—Tengo una cita con Kenzo —Carmen sonrió orgullosa—. ¿El primo de Cristian?
—Ah, el primo de Cristian —repetí con un suspiro profundo—. Apuesto a que a mi padre le encantaría escuchar eso, ya que le tiene tanto cariño a Cristian. Nótese el sarcasmo.
—Carmen, es un buen chico, pero no creo que sea muy inteligente —le dije a mi hermana, quien me lanzó una mirada fulminante—. ¿Y qué? —habló ella—. ¿Tú eres la única que tiene permiso para salir con un Lamberti?