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—¿No es adorable? —Isobel se derretía por Beau, quien estaba ocupado jugando con Siena. La acostó en el césped y le jalaba las piernas mientras Siena estallaba en carcajadas.
—Claro —respiré. Si para ella era adorable que él llamara a mi hija un pequeño demonio malvado, pues que así sea.
Hoy era el primer día desde hace tiempo que finalmente podía pasar algo de tiempo con mi familia. No podía recordar la última vez que estuvimos completos, pero tener a mis padres y todos mis hermanos juntos para cenar se sentía genial.
Quizás estaba molesta por el hecho de que Beau e Isobel podían pasar tiempo juntos mientras Cristian estaba trabajando de nuevo. Lo invité e incluso a Darío, pero aparentemente los dos estaban demasiado ocupados con su llamado plan.