—Es casi ridículo cómo logras sacarte buenas fotos a ti misma pero malas fotos de tu hija —comentó Isobel—. Es un poco egoísta, ¿no crees?
Estábamos en mi habitación. Durante los dos días pasados en la casa de mis padres, ella había tenido la amabilidad de hacerme compañía. Al igual que Cristian, Beau estaba demasiado ocupado, y Luis estaba en la casa de su hermano mayor. Yo, por supuesto, prefería un poco más la compañía de Cristian, pero Isobel serviría por ahora.
—Supongo que lo siento. —Me encogí de hombros—. Volveremos a este tema en unos meses.
—No, no lo haremos —Isobel sacudió la cabeza—. Sonrió. Porque yo tomaré mejores fotos de mis bebés.
—Hablando de bebés, deberías bajar la voz de una vez —me quejé—. Siena está durmiendo, y créeme—no queremos despertarla.
—De todos modos, deberías enviarle esta foto —Isobel señaló—. Es la única decente.