—¿Te estoy molestando? No me has dicho ni una sola palabra en todo el trayecto. —Sonreí mientras colocaba mi mano sobre la de Cristian. Parecía irritado y sus respuestas eran cortas y bruscas.
—Había hecho innumerables preguntas, desde la reunión hasta su abuelo, hasta por qué Dario se fue sin saludarme, pero todo lo que él podía hacer era encogerse de hombros. —No me molestas. Estoy solo cansado. —Cristian sonrió.
—Era una sonrisa falsa, y lo sabía porque no era inusual para él. Me hizo preguntarme si Cristian y Dario habían tenido un desacuerdo o si quizás él no quería ser parte del negocio familiar. —Entonces, ¿qué te dijo Dario? ¿Te molestó?
—No, todo está bien. —Cristian se aclaró la garganta—. De hecho, fue muy positivo sobre la oferta y la aceptó de inmediato.
—Eso es bueno. —Sonreí—. Me alegro por ti.
—Cristian resopló y apretó su agarre en el volante. —¿Te alegras por mí o por ti?