—Esperemos que el abuelo y la abuela te quieran un poco más que tu mamá —habló Christian mientras sostenía a Siena y se dirigía a la mansión de Alfonzo.
Sabía que estaba siendo injusto, pero no podía evitarlo. No importaba qué, no podía encontrar una razón sólida por la que Serena ignoraría sus llamadas, y ver fotos de ella en el club con hombres al azar solo empeoraba las cosas.
Creía que fue una buena idea enviar gente para que la vigilara, porque la verdad nunca habría salido a la luz si no hubiera visto las fotos. Se sintió enojado y traicionado hasta que se dio cuenta de que no tenía derecho a estarlo. Él fue quien le dijo que se divirtiera.
Era temprano en la mañana, pero había decidido no llamarla. Christian era consciente de su temperamento y quería discutir este asunto sin gritar, y solo podría hacerlo una vez estuviera calmado.