—¿Serena?
—No, hoy no —le dije a Cristian mientras apartaba su cara con mi mano—. Deja que duerma un poco más, no me arruines esto.
Por lo que sabía, no teníamos nada planeado para hoy.
—¿Cómo que no hoy? —comentó Cristian—. Abrí los ojos después de escuchar el sonido de burbujas y noté que Cristian sostenía a Siena en sus brazos.
—Necesito que cuides a la bebé. Necesito preparar tu regalo —dijo Cristian—. Es cierto. Me había comprado un regalo. Asentí con la cabeza y tomé a Siena de sus manos—. Se despertó temprano hoy. ¿La interrumpiste la siesta otra vez? —le pregunté.
—Siena, ¿te diste un baño? Hueles a rosas —pregunté sorprendida mientras enterraba mi nariz en su cabello—. ¿Siena es parte de mi regalo?
Cristian me miró con sospecha y se encogió de hombros.
—Sabes qué, me llevo a la bebé, ¿por qué no vas y te das una ducha? ¿Vale?
Levanté los brazos para oler mis axilas y me burlé de su comentario.