—Solté un bostezo y me froté los ojos antes de sentarme derecha para ver qué estaba haciendo Cristian. Era temprano en la mañana, y como siempre, él estaba haciendo tonterías.
—¡Eh, pervertido! —le grité y le lancé una almohada a la espalda. Cristian se quedó congelado y me miró con ojos culpables.
—Dame una razón por la cual tienes mi parte de arriba del bikini y mi sostén.
—Eso es porque —Cristian balbuceó—. B-bueno, verás
—¿Bueno? —fruncí el ceño—. Vale, me tienes —suspiró Cristian—. Estaba buscando tu talla porque creo que tus pechos se han encogido.
Estallé en carcajadas y decidí ignorar lo que estaba haciendo. Era obvio que era porque planeaba comprarme algunos regalos, así que decidí dejarlo pasar.
—¿Qué pasa con esos pasos? —le pregunté a Cristian mientras me concentraba en el sonido detrás de la puerta cerrada—. Las enfermeras se están yendo —explicó Cristian—. Ya no las necesitamos más y están llevando su equipo, así que...