—Siempre me fascina cómo tu papá logra organizar fiestas en un día —exclamé mientras observaba a las personas que llevaban las grandes cajas llenas de decoraciones.
Dario todavía no había llegado, y no podía esperar a ver su reacción cuando descubriera que todo esto era para él. —Sí, lo sé —Cristian estuvo de acuerdo—. Creo que eso es lo que más voy a extrañar.
—Yo también, especialmente las fiestas de cumpleaños. Se esmeraba mucho —Enzo agregó—. Tienes que continuar su legado Cristian, ahora todo depende de ti —Enzo sonrió con un tono bromista. Cristian le lanzó una mirada molesta y rodó los ojos—. ¿Qué? No podemos dejar todo en manos de papá. Serena, Cristian ha estado dando instrucciones desde anoche.
—¿En serio? —pregunté, sorprendida. Cristian parecía avergonzado y soltó un resoplido—. No soy tu papá. Puedes organizar tu propia fiesta, Enzo.
Me reí de Enzo mientras Cristian me llevaba adentro, donde aún más gente hacía todo lo posible por limpiar la casa.