—¿Qué hacen todos estos coches aquí? —pregunté a Cristian mientras entrábamos a la finca Lamberti—. ¿Hay alguna fiesta de la que no sepamos?
—Giré la cabeza para mirar a Siena y tomé su mano—. Siena, tu abuelo no nos invitó a la fiesta —puse cara de puchero mientras ella solo podía reírse.
—Deja de ser tan dramático —Cristian se rió entre dientes—. Mi papá ha tenido muchos visitantes estos días.
—Pensé en el pobre Lucio, que probablemente estaba extremadamente débil, pero que de alguna manera seguía adelante no solo con todas estas visitas sino también con la próxima sesión de fotos, y no sabía si contarle hoy sobre Dario habría sido lo mejor.
—No te preocupes por eso —Cristian leyó mi mente—. A mi papá le encantará saber sobre Dario —se convencía a sí mismo mientras aparcaba el coche—. Espero que tengas razón.
—Siempre la tengo —Cristian asintió—. Aceptará a Dario, y querrá conocerlo de inmediato. Quiero que lo conozca antes de que no tenga la oportunidad.