—¡Chrissie! —la llamé mientras Siena intentaba hacer lo mismo—. Aún ni siquiera puedes hablar. ¿Qué estás haciendo? —Me reí mientras la levantaba.
—Está de buen humor —Cristian se rió y se apoyó en la puerta—. Sí, está de mejor ánimo que tú.
—Serena, tenemos que hablar —habló con una mirada seria en su rostro—. ¿Estás enojada por lo de Dario otra vez? Es mañana, solo estuve saliendo con las chicas y di un paseo con mis padres —lo tranquilicé y besé a Siena.
—Mira, ¡hoy está incluso más contenta! —se lo dije antes de caminar hacia él y entregarle a la niña—. Sí lo está —dijo él secamente e ignoró a la niña mientras ella hacía lo imposible por llamar su atención—. ¿Qué te pasa hoy? —exclamé y la tomé de sus brazos.
—De todos modos, necesita comer y tomar una siesta, no sé qué te pasa hoy, pero tienes que superarlo, ¿okay? —sonreí y pasé por su lado mientras me dirigía hacia las escaleras.