—¿Tu teléfono está sonando otra vez? —preguntó Nathan con una ceja levantada.
Mi teléfono había estado vibrando furiosamente cada pocos minutos desde que llegaron nuestras bebidas. Había visto el nombre de Tyler en la pantalla; no tenía ningún deseo de explicarle que no podía hablar porque estaba cenando con Nathan.
—Es Tyler. Es persistente —le expliqué—. Tampoco va a estar más enfadado dentro de una hora de lo que está ahora. Podemos disfrutar de nuestra comida en paz.
—No creo que tengas mucho de eso con Wright. Paz, quiero decir —comentó con un tono que no conseguí descifrar.
Sabía a lo que se refería y no estaba equivocado. Nathan era, en papel y en persona, el más amable de los dos Alfas, pero no era quien aceleraba mi corazón o hacía que mi sangre corriera por mis venas. Ya me había hecho a la idea de que estaba destinada a estar con Tyler, tuviera sentido o no para cualquiera de nosotros.