—Creo que realmente deberías dejarme recoger tu cabello al menos en parte. En caso de, ya sabes —Bella imitó el gesto de vomitar—, ha estado pasando bastante últimamente.
Me reí con facilidad porque tenía razón. Las náuseas matutinas me estaban afectando más de lo esperado. Todavía tenía mareos y estaba obligada a mantener un control estricto sobre mi dieta, pero toda mi vida había cambiado en una semana.
Alegría era mi compañera constante.
—¡Adelante! Me quedaré sentada aquí y fingiré que estoy en el salón.
Sentada en el sofá, me giré para que Bella pudiera alcanzar mi cabello. Ella y yo éramos más o menos del mismo tamaño, lo cual había sido útil en el pasado cuando compartíamos ropa.
Nuestras madres habían bromeado diciendo que solo nos habíamos hecho amigas para duplicar nuestros guardarropas.
Extrañaba terriblemente a mi madre. Las lágrimas picaron mis ojos y resoplé al darme cuenta de repente de que mi madre nunca vería a mi hijo.