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—Zhao De jugó por un rato y estaba un poco cansado, así que vino, se sentó y descansó.
Comenzó a decir —Segundo hermano, es una pérdida que no juegues profesionalmente, a pesar de que no eres muy alto, eres ágil.
—Qin Hao sonrió y negó con la cabeza —No me interesa eso.
Los dos charlaron un rato, y pronto pasaron de las diez. El teléfono de Qin Hao sonó, era Xu Siyao llamando —Qin Hao, ¿dónde estás?
—Estoy en la cancha de baloncesto —respondió Qin Hao.
—Entonces espérame, voy para allá —dijo Xu Siyao.
—Vale, claro —respondió Qin Hao.
Después de colgar, Zhao De preguntó curioso —Segundo hermano, ¿era Xu Siyao?
—Qin Hao asintió —Tengo un asunto que atender.
No pasaron ni cinco minutos cuando un sedán BMW gris plata se estacionó fuera de la cancha de baloncesto. La gente en el campo de juego volteó al verlo. Una belleza delgada en un vestido morado claro bajó del coche, mirando a su alrededor como buscando a alguien.