—Hao, ¿cómo puede estar a mi nombre? No hice nada por él, no puedo aceptarlo —dijo Kang Youyi completamente atónito al ver el contrato de propiedad.
—Solo tómalo, de todas formas es tuyo —dijo Qin Hao.
Kang Youyi negó con la cabeza, incapaz de comprender por qué recibiría un contrato de propiedad valorado en seis o setecientos mil sin más.
Aunque estaba algo tentado, había cosas que no podía aceptar.
—¿Qué tal esto? Fatty firma aquí, y tú le das esta vieja casa a Hao —intervino Li Bao.
El nuevo salón de billar que Kang Youyi había abierto, aunque más pequeño que este, estaba en una ubicación privilegiada y fácilmente podría venderse por quinientos mil.
Mientras que esta casa a lo máximo podría venderse por quinientos mil, y eso sería difícil.
—Hagámoslo así, Fatty —dijo Qin Hao, sabiendo que si no aceptaba, Fatty no firmaría.
Solo entonces Fatty aceptó firmar a regañadientes.
Cuando Fatty se fue a ocuparse, solo quedaron Qin Hao y Li Bao en la oficina.
