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—Con He Qizhi habiendo hablado —Qin Hao sintió que no era apropiado decir más.
Jiang Tao y los demás tenían aún menos que decir. Dado que He Qizhi les había proporcionado una salida, solo podían tomarla.
Llegaron con furia imponente, pero se fueron con las cabezas gachas y las caras manchadas, habiendo perdido completamente su dignidad.
Inicialmente, su intención era hacer que Qin Hao perdiera la cara, pero terminó saliéndoles el tiro por la culata.
—Después de que todos se fueran —Qin Hao se volvió hacia Li Jing y Li Yushi y dijo:
— Vengan y siéntense.
Li Jin miró a su prima, y después de dudar, Li Yushi todavía se acercó.
El guardaespaldas detrás de Qin Hao se apresuró a llevar dos taburetes y los colocó junto a ellos.
Li Yushi y Li Jin se sentaron.
—¿Qué tal si se presentan ustedes mismos? —preguntó Qin Hao.
