Zhao Yuying hizo una pausa cuando escuchó su sueño, pero aún así sonrió y dijo:
—Mientras trabajes duro, siempre habrá esperanza.
Qin Hao asintió en acuerdo; la respuesta de Zhao Yuying fue bastante buena.
El esfuerzo no garantiza el éxito, pero siempre trae esperanza.
Zhao Xingbo salió de la villa, sonriendo mientras decía:
—Ying Yu, Xiao Hao, la cena está lista, vengan a comer.
—Entendido, papá —Zhao Yuying se levantó y respondió.
Luego se volvió hacia Qin Hao y dijo:
—Por favor, entre a cenar, Señor Qin.
Cargando a Qiao'er, Qin Hao siguió a Zhao Yuying dentro de la villa, donde la mesa del comedor estaba cargada con una fiesta de mariscos, junto con algunos platos salteados.
—Wow, tantas cosas deliciosas —Los ojos de Han Qiaoer brillaron de alegría al ver la comida.
Zhao Xingbo sacó varias botellas de vino y copas, colocándolas en la mesa:
—Xiao Hao, Qiao'er, vengan y siéntense.
Qin Hao puso a Qiao'er en el suelo y dijo:
—Ve a lavarte las manos primero.