Qin Hao frunció el ceño —Meng, no le debes nada, ¿por qué tener miedo? Qiao'er es tu hija, necesitas dar el ejemplo. Seguramente no quieres que Qiao'er sea tímida como tú en el futuro, ¿verdad?
Han Qiao'er también intervino —Sí, mamá, todos somos iguales, ¿por qué deberías tenerle miedo?
Han Meng conocía bien este principio, era su inferioridad arraigada y timidez formadas por hábitos de larga data y su entorno.
Qin Hao extendió su mano —Meng, ¿por qué no tomas mi mano? ¿Te haría sentir mejor?
Las mejillas de Han Meng se tornaron ligeramente rojas, y ella dudó sin reunir el coraje para extender su mano.
Qin Hao tomó su mano —Meng, esta personalidad no te sirve. Si te encuentras con gente irrazonable, podrían fácilmente hacerte la vida imposible. Solo sígueme y necesitas observar.
Han Meng asintió, su corazón latiendo fuerte mientras Qin Hao sostenía su mano.
Sintiendo el calor de la palma de Qin Hao, de verdad ya no tenía tanto miedo, sus sentimientos se convertían en timidez.