La señora Qin comenzó a aconsejar —Hijo, si realmente no funciona, entonces no sigamos persiguiéndolo. Aunque tu empresa no es tan grande como la de él ahora, ¿quién puede garantizar qué nos depara el futuro?
Qin Hao asintió —Mm, entiendo, Mamá. Puedo manejar este asunto.
La señora Qin no dijo nada más y regresó a su habitación.
Qin Hao miró a su silencioso padre, sabiendo que se culpaba a sí mismo.
Él habló —Papá, trabajaré duro. Iré contigo a la casa de la abuela a fin de año. Entonces, nadie nos menospreciará.
El señor Qin se iluminó con una sonrisa —Mm, bien. Yo, Qin Youguo, tengo un gran hijo.
—Papá, no pienses demasiado. Ve a dormir temprano.
...
5 de octubre
Por la mañana, después del desayuno, la señora Qin le dijo —Xiao Hao, si hoy tienes tiempo libre, lleva a Xiao Ying a dar un paseo por Jiangshan.
Qin Hao asintió —Mm, entendido Mamá.
De todos modos tenía planes de salir.