Qin Hao salió de la habitación con una receta en la mano, mientras Xu Jiekang y algunos otros lo esperaban afuera.
Al verlo salir, Xu Jiekang preguntó rápidamente:
—Qin Hao, ¿cómo está mi hija?
Qin Hao asintió ligeramente:
—Aquí está la receta, si consigues la medicina y la toma durante un mes y medio, tu hija debería poder recuperarse completamente.
Al oír esto, la cara de Xu Jiekang se iluminó de alegría. Sacó un montón de contratos y dijo:
—Este es el contrato de transferencia de la propiedad de las acciones. Sin embargo, este sólo contiene el diez por ciento de las acciones. El veintiuno por ciento restante, te lo daré una vez que la enfermedad de mi hija esté curada.
Qin Hao lo tomó y lo revisó; Xu Jiekang ya había firmado su nombre. Todo lo que necesitaba para ser efectivo era la firma de Qin Hao.
Su patrimonio neto aumentaría instantáneamente en diez mil millones.
Con una sonrisa en el rostro, Qin Hao dijo: