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—¡Crash!
—¡Bam!
Naomi gritó de dolor mientras rodaba por el suelo después de ser lanzada como una muñeca de trapo, muriendo en su propio charco de sangre.
Echó un vistazo hacia abajo y vio los pies familiares de la persona a tan solo pulgadas de su rostro, hundidos en su propia sangre.
—P-Por favor... —susurró Naomi, con el corazón palpitante, los labios temblorosos, la sangre brotando de su boca. Se obligó a mirar hacia arriba y vio su rostro. Destrozado y deformado, como si un camión le hubiera pasado por encima y luego la apuñalaran varias veces con un cuchillo.
A pesar de eso, le resultaba tan familiar. Una vieja enemiga. Alguien que realmente pensaba que estaba muerta. ¿Cómo estaba viva???
La mujer, con el cabello suelto ocultando sus rasgos, proyectando una sombra oscura en su rostro, levantó una enorme espada y la bajó con una sonrisa siniestra.
*
Naomi se sentó abruptamente de donde dormía en el hombro de Daniel, jadeando fuerte.
—¡Su alteza!