—Raiden para —dijo Liliana, pero también estaba reprimiendo una risita—. Van a escuchar.
—Es nuestra noche de bodas —volvió a insinuar, y ella se rió, incapaz de contener el nerviosismo y la excitación que se formaban como mariposas en su estómago.
—Raiden, cariño en serio. Podemos hacer esto en cualquier lugar, en cualquier momento cuando volvamos a la manada de la Luna Creciente, pero no aquí. Por fa... ¡mmm! —De pronto fue interrumpida por un beso ardiente de él, agarrándose instintivamente del costado de su cara y atrayéndolo para profundizar el beso. Estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, mientras él se inclinaba sobre el borde de la cama, con la mano empuñada en su cabello mientras la atraía hacia él para besarla.
Cuando se separaron, ella jadeó buscando aire antes de golpearle el pecho para discutir otra vez, pero él agarró su muñeca y la empujó haciéndola caer hacia atrás en la cama, gateando sobre la cama con ella para montarla desde la cintura.