Una dulce aroma subió hasta la nariz de Naomi antes de que abriera sus ojos somnolienta, saliendo del sueño una vez que su boca comenzó a salivar automáticamente.
—¡Daniel! —Ella jadeó antes de que él de repente se abalanzara y capturara sus labios con los suyos, besándola suavemente, lleno de tanto amor y pasión.
Cuando se apartó, ella saltó rápidamente de la cama, con un tono rojo en su rostro mientras desaparecía en el baño.
Daniel soltó una risita mientras se acercaba al baño.
—El pan tostado y los huevos se comen mejor calientes, ¿sabes?
—T- Tú me besaste —tartamudeó ella, su espalda contra la puerta mientras calmaba su respiración. Nunca podría acostumbrarse a esto. Siempre que sus labios se conectaban, unido a las chispas que estaba segura que ambos sentían simultáneamente, era como si su aliento fuera arrebatado con cada segundo que sus labios permanecían uno contra el otro. Su estómago de repente se llenaba de mariposas que revoloteaban al azar en su vientre.