Talia suspiró, sin darse cuenta de que aún mantenía su agarre sobre su camisa, y sus manos apoyadas en el árbol tenían su cabeza encajonada entre ellas.
—Nunca terminamos, idiota —murmuró, mirando hacia abajo para jugar con su camisa.
—¿Ah no? —él sonrió con sorna, encontrándola adorable.
—No —exhaló ella, mirando hacia arriba—. Yo dije 'Probablemente debería librarte de mí', y tú preguntaste si 'Esto se acabó', y yo dije 'Sí'. No lo decía en serio. Y nunca rompí contigo. Solo pensé...
—¿Tengo que besarte otra vez? —susurró él, y ella se mordió el labio, su orgullo no permitiéndole admitir que quería que lo hiciera.
—No.
—Entonces, ¿me escucharás? ¿Podemos hablar como dos personas normales sin gritarnos?
Retrocedió y tomó su mano en la suya, entrelazando sus dedos alrededor de los de ella y tirando de ella para que se separara del árbol donde se recostaba.
Ella contempló sus manos por un rato, entrelazando sus dedos alrededor de los de él antes de mirarlo.
—De acuerdo.