Ha pasado casi una hora y ella no se había movido de ese mismo lugar. No fue una sorpresa que se sintiera incómoda y cansada todo de golpe. Le dolía la cabeza y se sentía náuseas solo de estar sentada en un lugar en particular durante un rato.
¡Humph!
Había estado babeando por el delicioso aroma de los panqueques que habían estado atormentando sus fosas nasales toda la mañana y se regañó a sí misma por haber sido tan tonta al pensar que su Compañero le traería comida por lástima.
Decidió bajar a desayunar y continuar 'guardando' la puerta hasta que la dejaran entrar en la habitación.
El sonido de un enorme carrito rodando sobre el entarimado y el sonido de una chica enfurecida enojada hicieron que Lizzy y Liliana levantaran la cabeza hacia el piso del Alfa, preguntándose qué estaba pasando allí arriba.