El Rey hizo una pausa por un momento, sus dedos golpeteando lentamente el brazo de su trono.
Miró a las brujas con desinterés antes de apartar la vista,
—Será necesario lavarle el cerebro si eso va a ser posible —soltó con desdén—. Parece tener sentimientos por el perro. Su voz estaba llena de tanto odio y asco.
—Eso no es problema —Tina arrastró las palabras—. Capturaremos más brujas. Pero son tan imposibles de persuadir —dijo moviendo sus brazos con indiferencia—. De 340 brujas que secuestramos, solo estas dos idiotas fueron lo suficientemente sensatas para ayudarnos con nuestro plan.
—¡Entonces secuestra más brujas! Necesitamos suficiente de eso... eso... —Hizo un gesto hacia el caldero que emitía un resplandor azul-carmesí.
—Poción de lavado de cerebro —dijo Trixie tímida, y escondió una sonrisa cuando el rey la fulminó con la mirada.
—Tantas cosas que hacer... Ya tenemos a la Alfa hembra —murmuró Tina suavemente.