—La conocí de vuelta en la manada de la Piedra de Rubí durante el festival de las dos lunas —admitió Koan, con una postura calmada y compuesta, barbilla alzada, manos con la palma hacia su cintura, espalda recta y piernas cruzadas encima del coche en el que estaba sentado, mientras que Raiden se sentaba a su lado, con las piernas colgando del coche.
—¿Cómo es que ambos se olvidaron el uno del otro?
—Fue un encuentro breve y no pretendía recordarla —sonrió Koan. Era una sonrisa pequeña y amarga y su mandíbula se tensó de frustración—. ¿Quién hubiera pensado que nos cruzaríamos de nuevo pero de una manera más complicada?
—¿Qué sucedió?
*
Después de que Alfa Kenry regañara a su hija, Nancy salió corriendo de donde estaban los invitados, llorando a mares.
El Alfa, un hombre bien estimado, no la hizo su prioridad y en lugar de eso se enfocó en el lío que ella había causado en sus planes.