—Llévame contigo y quizás no le diga al Director lo que acabo de ver —dijo Daniel, con una sonrisa burlona en sus labios cuando vio un atisbo de miedo aparecer en sus ojos al mencionar al director.
De repente, ella lo fulminó con la mirada, sus ojos marrones, gélidos como el hielo.
—¿Cómo conoces al director de esta escuela? ¿Si quiera eres estudiante aquí?
—Lo seré la próxima semana —notó que su ceño se fruncía aún más—. Eso no importa. Estoy aburrido y tengo algo de interés en ir a dondequiera que te estés escabullendo.
—Para alguien que probablemente nunca ha visto el 'OTRO LADO—ella sacó el labio en una sonrisa burlona que lo enfureció—, no quisiera que te perdieras y hacer que tu mami se preocupe por ti.
Su teléfono comenzó a sonar antes de que pudiera replicar.
Tía Marcy estaba llamando.
Guardó su teléfono en el bolsillo solo para mirar hacia arriba y darse cuenta de que la chica había desaparecido.
—Hijo de...
Su aguda vista le otorgó el privilegio de verla a lo lejos, cruzando la calle, hacia el centro.
Sin pensarlo, sus piernas se movieron a través de la calle, sin importarle las múltiples bocinas y los insultos lanzados por ambos lados.
El viento le entraba en el cabello y su corazón latía con emoción mientras corría. Se sentía como si estuviera exhalando algo de su pecho que había estado pesando como una gran carga.
Siguió a la rubia desde lejos hasta que se detuvo frente a una cafetería después de 20 minutos de correr. Él llegó a su lado.
—¿Escapas de la escuela solo para tomar café? —preguntó y ella giró la cabeza hacia él, su cabello rebotando con sus movimientos de cabeza.
—¿Me seguiste? —era más una afirmación que una pregunta. Sonaba sin aliento; tal vez por la carrera y el sudor que corría por los lados de su rostro la hacía ver más atractiva de lo que ya era.
Su pecho subía y bajaba mientras lo miraba fijamente, entrecerrando los ojos.
—Estoy empezando a sospechar de ti. ¿Por qué te interesas por mí de repente? ¿No tienes una botella de agua que terminar o algún cuento antes de dormir al que asistir? Ya casi son las 6 pm.
—No me interesas tú. Solo estoy aburrido, eso es todo. Y ¿puedes dejar las burlas? Obviamente soy mayor que tú.
Ella suspiró y solo lo miró fijamente con los ojos entrecerrados. Esta vez no de manera sospechosa sino para confirmar una cosa más.
—¿Seguro que no eres solo algún pervertido soplón que me meterá en problemas más tarde en la escuela?
—¿Qué soy, un niño de 5 años? No me importa lo que pase después de esto, solo quiero evitar ir de compras hoy.
—Como sea. Solo espera aquí afuera, saldré en un momento —con eso, entró, sin dejar que él dijera otra palabra.
Con las cejas levantadas, se preguntaba ¿adónde se dirigiría ella?
La chica parecía genial y tenía esa actitud rebelde que a él simplemente le gustaba. Desde que la vio bajando esas cuerdas, supo que sería una de esas asistentes a detenciones que hacían lo que querían y no les importaba la opinión de los demás.
Solo esperaba no haber perdido el tiempo siguiéndola aquí. Ni siquiera estaba seguro de dónde estaba exactamente. Se ocultó en las sombras, esperando que nadie de la manada lo reconociera como el hijo del Alfa, sin saber que ya había dejado la manada y estaba en el OTRO LADO.
Marcy suspiró profundamente cuando la llamada se conectó y él no volvió a contestar.
—Tía, por favor, cálmate. No es un niño. Probablemente se fue por su cuenta —Naomi intentó asegurarle.
El conductor estaba ocupado, ayudando a Naomi a meter los alimentos en el coche mientras las dos mujeres estaban paradas justo en la entrada de las instalaciones escolares, dando vueltas mientras Marcy llamaba a Daniel por enésima vez.
—Juro que si lo encuentro, yo... —Marcy de repente se derrumbó.
Naomi la abrazó.
—Tía, Daniel está bien. Confía en mí en esto, ¿vale? Podemos intentar buscarlo por la ciudad, pero eventualmente tenemos que ir a casa y recibir a los invitados —dijo Naomi.
—Sabe cuánto significa para mí y para todos en la casa de la manada su ceremonia de nombramiento. Solo le di la espalda para hacer una llamada. ¿Cómo podría haber desaparecido tan repentinamente? —la tía Marcy estaba claramente angustiada.
Naomi solo pudo morderse el labio en profunda reflexión. ¿Dónde podría haberse ido?
—Tía, puedes intentar buscar de nuevo por las instalaciones escolares.
—Hemos recorrido la escuela tantas veces. Es como si se hubiera esfumado. Oh Naomi. ¿Y si le ha pasado algo...? —Comenzó a entrar en pánico.
Naomi cavilaba en busca de un plan.
—Está bien... tomaré un taxi e iré a la ciudad a buscarlo mientras tú regresas en coche a casa a recibir a los invitados. Te informaré si lo he encontrado, ¿vale, tía? —La decisión de Naomi era firme.
La Tía Marcy reflexionó sobre la idea antes de finalmente aceptar.
Abrazó a Naomi. Era tarde en la noche y peligroso para una joven de su edad estar fuera tan tarde, pero era más peligroso para ella como alguien del linaje del Beta que era presa de los pícaros.
—Ten cuidado querida, por favor. Y no te quedes toda la noche. Si no lo encuentras, por favor vuelve a casa lo antes posible —afectuosamente sostuvo su mejilla como si estuviera sujetando la de su hija.
Noami también sostuvo la mano que la acariciaba.
—Por supuesto, tía —respondió con determinación.
Daniel paseaba de un lado para otro, ya sintiéndose aburrido cuando sonó la campanilla de la puerta de la cafetería al abrirse.
Miró hacia arriba, inmediatamente asombrado cuando ella apareció frente a él.
Si no fuera por el familiar cabello rubio y revoteante y los ojos marrones como el hielo, no la habría reconocido.
Antes llevaba una sudadera y pantalones a juego con zapatillas de deporte pero la rubia frente a él se había transformado completamente en una diosa.
Sus labios estaban pintados de un rojo brillante, un color tan atractivo que se sintió atraído hacia sus labios mientras la miraba de arriba a abajo.
Ella estaba calzando tacones de aguja de 5 pulgadas que la hacían más alta hasta sus hombros.
Su corsé de cuero era brillante negro para combinar con la misma minifalda de cuero. Era tan corta que su trasero podía quedar expuesto en la más mínima reverencia.
Su maquillaje era ligero, solo para resaltar sus rasgos marcados. La única joya que llevaba eran algunas pulseras y eso era todo.
Era una combinación de gótica y éxtasis.
—Hermosa... —murmuró entre dientes, sus ojos nunca dejando su cuerpo.
Se sentía un poco insegura sobre su atuendo y estaba a punto de entrar a cambiarse, pero al escuchar esa palabra escapar de sus labios, se detuvo.
Finalmente, una sonrisa encontró su camino hacia sus labios. Con confianza, se acercó a él, bloqueando su mirada audazmente.
Dos dedos se deslizaron por su brazo hacia su pecho en un estilo seductor y lento, causando que su respiración se atascara en su garganta.
—¿Solo hermosa? —indagó ella con un tono provocador.
—Estoy viendo a la belleza. Me gustaría ver qué más puedes hacer además de estar ahí parada viéndote bonita —contratacó él, con una sonrisa seductora en su rostro.
Su corazón latió con algo parecido al deseo ante la sexy sonrisa marcada en su rostro como un tatuaje erótico para excitarla.
—Sígueme entonces —le desafió con voz suave pero segura.