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—¿No tienes... frío? —preguntó ella mientras caminaban lado a lado, con su mano enterrada en los bolsillos de la chaqueta.
—Estoy bien. ¿Qué... hay de ti? —preguntó él con una mirada tímida cuando ella se volvió hacia él.
De repente, ella agarró su cálida mano y él sintió su pequeña mano fría en la suya y reflejamente apretó su mano más fuerte antes de sonrojarse, dándose cuenta de lo que acababa de hacer.
—Ahora estoy mejor —dijo ella con satisfacción y él se puso más rojo.
A medida que se acercaban al lugar de la fiesta, podían escuchar los sonidos de la música y la celebración.
Por suerte para ellos, John eligió salir en ese momento, mirando alrededor como si buscara a alguien. Cuando los vio de lejos, corrió hacia ellos y se congeló al verlos claramente.
—Oye oye oye —tenía una mirada traviesa en sus ojos borrachos—. ¿Qué pasó aquí?
Los dos se sonrojaron, especialmente cuando su mirada se desplazó hacia sus manos entrelazadas.