Justo cuando la especie de Piedra Dragón había sido meticulosamente tallada del bloque bruto, no solo los espectadores circundantes, sino también Wang Ye fueron extremadamente cautelosos, ajustando su respiración al nivel más tenue.
—Una especie de Piedra Dragón, del tamaño de un puño —Shen Wanlong escudriñó la especie de Piedra Dragón en las manos de Wang Ye, casi queriendo presionar su rostro contra ella.
—¡Dios mío, solo mirarla es un deleite visual supremo! Esto es simplemente el mejor regalo enviado del cielo a la tierra; nada puede ser más exquisito que esto —Huang Ming formó sus manos en círculo y se paró a una distancia considerable, guardando la especie de Piedra Dragón como si temiera que pudiera caer al suelo y que ocurriera algo no deseado.
Los espectadores alrededor, al ver la especie de Piedra Dragón del tamaño de un puño, instantáneamente hervían de emoción.
