—Hermano menor, durante estos días en que no te vi, realmente te extrañé mucho —dijo He Qian.
He Qian, quien era un poco más baja que Wang Ye, lo abrazó y apoyó su mentón en su hombro.
Mientras hablaba, su aliento, fragante como las orquídeas, rozaba la oreja de Wang Ye.
Le dio a Wang Ye una sensación extraña.
Un joven de pie junto a ellos miraba las interacciones entre Wang Ye y He Qian, sintiéndose increíblemente amargado por dentro.
¡La distancia entre las personas era simplemente demasiado grande!
Wang Ye no solo era bueno en los juegos sino que también era extremadamente hábil en medicina y tasación, y hasta tenía a una mujer tan hermosa a su lado.
Quien era tan cariñosa con él.
Pensando en su propio enamoramiento, comparado con la mujer junto a Wang Ye, era como comparar el cielo con la tierra.
Justo así.
Y ella siempre era tan indiferente hacia él todos los días.
Sin embargo, acababa de ser tan entusiasta con Wang Ye.
Incluso defendiendo a Wang Ye.
