—Santo Leitian, Shee Gaoyun ocupa solo el tercer lugar en nuestra Secta de la Espada del Cielo Azul, ¿y aún así nadie de la Secta del Cielo del Trueno se atreve a aceptar el desafío? —Duan Qingqian, con una sonrisa en su rostro, vio a Shee Gaoyun de pie en el centro del Salón del Estado del Trueno, mirando despectivamente a la Secta del Cielo del Trueno.
La cara de Santo Leitian se oscureció, pero no pudo responder.
Para él, como líder de una secta, la declaración de Duan Qingqian era como una bofetada en la cara, incluso más dolorosa que una bofetada real.
¿Pero qué podría hacer al respecto?
¡No tenía fundamentos para replicar!
Aunque sabía que Duan Qingqian lo estaba provocando deliberadamente.
Sin embargo, justo en ese momento, una voz fresca resonó repentinamente.
—¡Yo, Qin Chen de la Secta del Cielo del Trueno, acepto el desafío!
Cuando esta declaración resonó a lo largo del Salón del Estado del Trueno, el salón previamente ruidoso de repente se quedó en silencio.
