Corrí hacia la ventana y miré alrededor, pero no pude ver rastro alguno de una persona allí. Alguien abrió la puerta, e ignoré eso cuando el perfume de la Abuela invadió mi nariz en cuanto ella entró en mi habitación.
—No deberías dejar tus armas en cualquier parte cuando claramente sabes que sin estas, tu fuerza será casi nula —la miré y la encontré colocando mi cuchillo y pistola en el escritorio—. ¿Qué estás mirando?
—Escuché la voz de alguien, pero cuando me giré, no había nadie —le expliqué, y ella bufó.
—Tu vínculo es nuevo. Es posible que hayas escuchado algunas cosas a través de tu vínculo de compañeros.
—Pero estoy cien por ciento seguro de que esa persona estaba hablando conmigo —volví a mirar desde la ventana hacia el bosque... {no hay ni huellas} ... la Abuela se acercó a mí y tomó mi mano no herida y la acarició suavemente.