La miré y la encontré mirando a esos hombres lobo con nerviosismo. Tiró del dobladillo de mi camisa mientras sus ojos seguían entrenados en los demás.
—Ayuda... —susurró tímidamente. {¿Por qué es tan linda, hombre?}
—Reconócelos —le susurré de vuelta. Asintió y sonrió nerviosamente hacia ellos. {Debemos animarla}. Por el amor de Dios, cierra la boca, Rey, me estás dando dolor de cabeza.
—Gracias, umm... hiciste un gran trabajo —les dijo, y ellos se inclinaron. Uno de ellos se acercó hacia nosotros.
—Todos están reunidos en la sala de conferencias —dijo, y ella asintió.
—Terminemos esto —me dijo, y asentí. Nos dirigimos hacia la sala de conferencias, y tan pronto como entramos a la sala, todos dirigieron sus miradas hacia nosotros. Puedo sentir la ansiedad, el miedo y la confusión de los hombres lobo... {Aadhya también está nerviosa. Revísala de vez en cuando}. Asentí ante la preocupación del Rey.
—¿Qué piensas? —le pregunté.