—¿Va a seguir así realmente? —Esta es la tercera vez que Ryan me pregunta lo mismo con la misma esperanza.
—Bueno, ahora entiendo por qué mamá regañaba a la abuela cuando decía algo que yo no podía entender en ese momento —sacudí la cabeza con una pequeña sonrisa y Ryan gruñó—. Trata de ignorarla.
—Es difícil, especialmente cuando mi compañera está frente a mí y ni siquiera puedo tomarla en mis brazos —murmuró malhumorado y lo miré con los ojos muy abiertos por su honestidad. Tan pronto como se dio cuenta de lo que había dicho, sus ojos también se abrieron—. Mierda, lo siento —dijo y miró a todos lados excepto a mí—. No estoy en mis cabales —dijo pero pude ver sus orejas volviéndose un tono rojo claro.
—Entonces, ¿qué has pensado sobre tu estancia? —me preguntó, tratando de evitar la incomodidad.
—No creo que tenga opción, no puedo dejarla pero también entiendo que no será conveniente para ti y... —antes de que soltara mil razones estúpidas, me interrumpió.