—¿Estás de broma? —dijo Ryan asombrado y giró la cabeza hacia mí con una expresión incrédula.
—¿Qué tiene de divertido esto? —le pregunté, pero como no me respondió, estiré más el cuello y encontré sus ojos fijos en mis labios... {¿está... no puede ser, tío}... Aparté la mirada y carraspeé incómodamente. Él sacudió la cabeza y miró hacia adelante.
—Bueno, les has ordenado que me impidan llevarte de aquí —. En cuanto escuché esto, abrí los ojos de par en par, dándome cuenta, y miré a los hombres semi-desnudos frente a mí.
—Lo siento... no era mi intención —dije a todos, y Ryan tomó una profunda respiración—. ¿Qué hago ahora? —le pregunté confundida y estiré el cuello hacia él.
—Retira tu orden —dijo él casualmente.
—¿Y cómo retiramos nuestra orden? —le pregunté.
—Solo tienes que decir lo que querías que hicieran, pero tienes que decirlo de corazón —explicó, y le di una mirada de ¿estás hablando en serio?