Chereads / DC/MAN OF STEEL / Chapter 3 - CAPITULO 3:

Chapter 3 - CAPITULO 3:

Una limusina avanzaba a buen ritmo por el largo camino rural que conectaba los fértiles campos de Kansas con el mundo industrial.

Los maizales metiéndose en el viento, las bastas extareas envelleciendo el campo era muy hermoso, hasta que el perpetuo silencio lo hiso aburrido con el pasar del tiempo.

Así lo veia una adolescente particular.

A través de las ventanas polarizadas, Lex Luthor, un joven de catorce años, miraba el paisaje con la indiferencia característica de quien está acostumbrado a esconder emociones.

Aunque no fue fácil demostrar indiferencia por observar el mismo paisaje una y otra vez.

Su rostro no mostraba más que calma, pero por dentro era una tormenta de pensamientos y sentimientos encontrados. Entre todos ellos, molestia reprimida.

La orden de su padre era clara: debía presentarse en la fábrica automotriz de LexCorp en Kansas para participar en una excursión escolar organizada por el consejo local.

Esta situación lo desconcertó. ¿Desde cuándo el tenía que estar atento a esto? ¿Si quiera era necesario su presencia para esto?

Su padre, ta despiadado como solo un hombre de negocios podría ser, no lo creía así.

"Un Luthor siempre está por encima de los demás", le había dicho Lionel, su voz cargada de una autoridad que a Lex le resultaba tan familiar como irritante. De hecho le intimidaba su padre, por lo cual a regañadientes aceptó ir.

Después de todo, los niños que fastidiaría su tiempo valioso eran sus futuros empleados para el imperio que heredaria eventualmente.

—Quiero que observes, Lex. Esos niños pueden ser tus empleados algún día. Hazles ver quién manda —había insistido su padre la noche anterior.

Lex no podía imaginar un peor desperdicio de su tiempo. Él tenía muchas cosas mejores que hacer, mejores cosas en donde concentrar sus esfuerzos.

Aunque el mundo asumía que él debía interesarse por las empresas familiares, su verdadera pasión eran las ciencias.

Siempre lo había sido, desde aquel incidente en el silencioso y aburrido pueblo de smolville.

Su habitación en la mansión Luthor era un santuario de invenciones y prototipos que él mismo diseñaba y ensamblaba.

Era un buen inventor, un buen pensador. Sentía que todos parecían demasiados estúpidos para su pesar, incluyendo a su fastidioso padre.

Desde pequeño, tras aquel incidente que lo dejó calvo, había desarrollado una afinidad casi sobrenatural por las matemáticas, la física y la mecánica. Pero Lionel veía su talento como una herramienta más para su propio legado, no como un mérito de su hijo.

Aveces lex pensaba que su propio padre parecía envidioso.

—¿Todo bien, joven Luthor? —preguntó el chofer con cautela, al notar la tensión en el aire.

—Estoy perfectamente, Alton. Solo concéntrate en conducir —respondió Lex, sin apartar la mirada de la carretera.

Tenía mucho en qué pensar, dejó su mente divagar.

El silencio regresó, roto ocasionalmente por el suave rugido del motor. Lex se reclinó en su asiento, cruzando los brazos.

Esto parecía ridículo, ya quería que todo esto terminara.

A lo lejos, un autobús escolar apareció en el horizonte. Cuando los alcanzaron, Lex no pudo evitar notar cómo los niños dentro del vehículo reían y gritaban, completamente ajenos al mundo que los rodeaba.

Uno de ellos incluso hizo una mueca burlona hacia la limusina, probablemente diciéndole a sus estúpidos amigos que algún día tendría uno como el que estaba usado para transportarse a las instalaciones de su padre.

Lex apartó la mirada, incómodo. Aunque ya no asistía a la escuela pública, las memorias de su tiempo allí seguían frescas.

Su trato allí no fue tan bonita como lo había calculado en aquel entonces. Todos ellos eran y se comportaban como estúpidos.

Las burlas, los apodos crueles y las risas por su calvicie eran heridas que todavía dolían.

Había jurado algún día recuperar su cabello en cuanto tuviera la oportunidad.

"Un día todos ustedes lamentarán subestimarme", pensó, con una frialdad que no correspondía a alguien de su edad. Había sido golpeado una vez por un bravucón, estaba dispuesto a vengarse lo antes posible. No era suficiente que su familia callera en la ruina.

El autobús maniobraba de manera imprudente, obligando a Alton a frenar bruscamente más de una vez.

—¿Qué ocurre con ese conductor? —dijo Lex, molesto.

Casi estaba apunto de irse de boca en el asiento, sostenido solo por el cinturón de seguridad que le había salvado de clavar sus dientes en la alfombra de cuero que adoraba el suelo de la limusina.

— maldita sea, ese hijo de. No sé preocupe, joven Luther. Parece que hubo un pequeño inconveniente al frente, pero ya resolví el inconveniente. No se preocupe, los rebasaremos pronto —respondió Alton con calma.

Finalmente, lograron adelantarlos y continuaron su camino hacia el puente que conectaba la autopista con la fábrica.

Pero al llegar al puente, el tráfico estaba detenido.

Algo que hizo a lex fruncir el ceño con frustración. Desafortunadamente nada podía hacer, solo espera una vez más en medio de un tráfico provocado por la estupidez de estas personas que se comportaban como monos sin pelo.

Los vehículos formaban una fila interminable, y el sonido de los cláxones llenaba el aire. Lex tamborileó los dedos contra el reposabrazos, impaciente.

No sabía cuando tenía que esperar, pero ya se encontraba llegando a su límite. Cuando llegaba a su límite, el pensaba en múltiples cosas, llegar a una solución de un fin.

—¿Qué está pasando ahora? —preguntó, irritado.

—Parece que hay un accidente más adelante, joven Luthor. Voy a verificar —dijo Alton, poniendo la limusina en estacionamiento.

Mientras esperaban, Lex volvió a notar al autobús escolar, ahora detenido justo detrás de ellos. Los niños seguían riendo y gritando, completamente indiferentes al embotellamiento. Lex apartó la mirada, tratando de ignorarlos.

Sentía que ellos no merecían su tiempo, tener que soportarlos el día de hoy, en el que muy probablemente serían los niños que irían a la corporación de su padre.

Pero entonces ocurrió algo inesperado.

Un camión de carga apareció de la nada, rugiendo a toda velocidad. Alton apenas tuvo tiempo de girar la cabeza antes de que el impacto los golpeara con fuerza brutal.

Lex perdio el conocimiento por un instante, apenas sostenido por el cinturón.

La limusina giró fuera de control, rompiendo la barrera del puente y cayendo hacia el río.

El impacto con el agua fue un golpe seco que dejó a Lex aturdido a pesar su parcial inconsciencia.

Por unos segundos, todo fue oscuridad. Cuando lex abrió los ojos, el agua ya había invadido el interior del vehículo. Su corazón latía con fuerza, sorprendido y aterrado por lo que estaba pasando.

mientras trataba de desabrocharse el cinturón de seguridad.

—¡Alton! —gritó, pero su voz sonó ahogada.

El chofer estaba inconsciente, con la cabeza ladeada y una herida en la frente. Lex intentó alcanzarlo, pero el agua seguía subiendo rápidamente. El frío le robaba la fuerza, y cada movimiento era más pesado que el anterior.

Lex estaba aterrorizado.

"Esto no puede terminar así, no puede pasarme a mí". pensó, luchando contra el pánico. Pero su cuerpo no respondía, y el agua ya estaba a la altura de su cuello.

Un grito escapó de su garganta cuando finalmente el agua lo cubrió por completo.

Su lucha por tratar de salir de la limusina fue completamente en vano.

Luchó desesperadamente por mantenerse consciente, pero su vista comenzó a oscurecerse.

Él era consciente de lo que e

Pasaría en algunos segundos, el moriría ahogado. Entonces, algo ocurrió.

La puerta de la limusina fue arrancada con una fuerza sobrehumana, y Lex sintió cómo unas manos lo sujetaban. La corriente del río lo rodeaba, pero quienquiera que lo estaba sacando del vehículo nadaba con una velocidad y predicción que parecían imposibles, inhumana.

Lex abrió los ojos, aunque todo era un borrón de sombras y luces. Lo único que pudo distinguir fueron unos ojos rojos que brillaban con intensidad, como carbones al rojo vivo en medio de la oscuridad.

Ni siquiera tuvo tiempo de arrastrar más agua a sus pulmones.

Cuando finalmente llegaron a la orilla, Lex tosió y escupió agua, sintiendo cómo el aire llenaba nuevamente sus pulmones.

A su lado, Alton comenzaba a recobrar la conciencia, aunque todavía estaba débil.

No sabía lo que había pasado, como se habían salvado, pero definitivamente esto no era ni normal, ni racional.

Lex levantó la vista, buscando a su salvador. Pero la figura ya no estaba. Giró la cabeza de un lado a otro, pero no había rastro alguno de aquel niño con ojos incandescentes.

Se dejó caer de espaldas en la hierba húmeda, su cuerpo temblando por el frío y el agotamiento. Respiraba con dificultad, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir.

El terror, el miedo a la muerte aún persistía en su interior.

La imagen de aquellos ojos seguía grabada en su mente, imposible de ignorar.

Mientras las sirenas de las ambulancias y patrullas resonaban a lo lejos, Lex permaneció en silencio. Por primera vez en mucho tiempo, no había palabras para describir lo que sentía. El mundo siempre le había parecido tan lógico y predecible para el, como un juego de niños. Pero en estos momentos le acababa de mostrarle un rostro completamente nuevo, uno con ojos incandescentes.

Una hora antes.

El sol brillaba intensamente en el cielo azul de Smallville, mientras Clark Kent y Lana Lang caminaban juntos por el sendero de tierra que llevaba a la escuela. Los campos dorados de trigo se mecían con la brisa, y las risas de los niños en el patio de recreo se escuchaban a lo lejos. Ambos llevaban sus mochilas colgando de un hombro, llenas de libros y cuadernos, cosas del interes de lana y clark.

—¿Y entonces? —preguntó Lana, con un tono divertido mientras caminaban hacia la fila de autobuses escolares. Había un brillo travieso en sus ojos, uno que a Clark siempre le resultaba difícil ignorar—. ¿Has pensado a quién vas a invitar al baile?

Clark bufó, desviando la mirada hacia el horizonte. Su interés se esfumó por completo. ¿Por qué tendría que estar interesado en bailar con niñas precoces?

Estaba en el camino de la explosión orminal, pero no se sentía afectado por aquellos impulsos que cualquier otro preadolescente tendría en su lugar.

Su mente aún estaba enfocado en tecnologías y mujeres espectaculares con grandes glúteos.

También reforzaba su fé hacia la abstinencia de bebidas alcohólicas.

Fue una borrachera la que le permitió caer inconsciente en medio de una trasmigración.

—Lana, ya sabes que no soy bueno para esas cosas, por no decir que no siento interés. ¿Para qué insistir?

Lana rodó los ojos con exasperación, ajustando la correa de su mochila mientras seguían caminando.

Clark, avances era muy raro, ella debía reconocerlo. Así parecía invencible a las niñas, de no ser por qué había visto el como había visto a la madre de Brittany a escondidas.

—¡Clark! Tienes que dejar de ser tan tímido, o tan raro para variar. No puedes quedarte toda la vida escondido detrás de tus rarezas de monjes chinos.

Clark no se detuvo a tratar de mediar con lana sobre lo que hacía, después de todo, solo sus padres sabían sobre sus poderes y la manera en Cómo se auto controlaba a sí mismo y el gran poder contenida dentro de sus células. Era el "bicho raro" de la escuela, el chico que siempre estaba solo, absorto en sus pensamientos o practicando ejercicios del medio oriente que los niños consideraban extremadamente ridículo. Los otros niños lo veían como una anomalía, alguien que prefería quedarse quieto bajo el sol todo el tiempo, incluso en los días más calurosos de los veranos más ardientes, sin tener que sudar ni una sola gota.

La única razón por la cual los niños no lo habían alienado por completo, era porque aquel niño raro también fue considerado como el niño más fuerte de la escuela.

—Es fácil para ti decirlo —respondió clark, encogiéndose de hombros. —. tú eres Lana Lang, Todos quieren invitarte al baile. ¿Ya elegiste a tu propio compañero de baile?

Lana soltó una risa suave, pero había un dejo de amargura en ella.

—¿Y crees que eso es tan bueno como parece? La mayoría de esos chicos solo me invitan porque les importa cómo me veo. No les interesa quién soy realmente. Por otro lado, no he aceptado a nadie por el momento.

Clark no respondió de inmediato. Sabía que Lana decía la verdad, lana land era la niña más hermosa de la escuela. y los niños, completamente abrumados por las hormonas preexistentes que confirmaban el siguiente paso hacia la adolescencia, se habían auto impuesto el interés de estar con la chica más hermosa, pero nada más.

Los niños permanecieron en silencio por un momento.

Cuando llegaron a la fila del autobús, Lana rompió el incómodo silencio con un tono más ligero.

— por fin llegamos.

Lana lo miró de reojo, pero no dijo nada. Sabía que Clark tenía una tendencia a procrastinar, hasta el punto de vagar dentro de su propia cabeza.

Mientras avanzaban en la fila, Lana decidió cambiar de estrategia. Inspiró profundamente, reuniendo valor.

—Clark… —comenzó, con un tono más suave—. ¿Por qué no vas al baile conmigo?

Clark se detuvo en seco, parpadeando sorprendido. Esta niña, parecía ser muy audaz. No pude evitar mirarla por un momento antes de pensar en la proposición. No esperaba eso, ni de Lana ni de nadie.

—¿Qué?

Lana alzó los hombros, tratando de actuar como si no fuera gran cosa, aunque su corazón latía con fuerza y Clark podía sentirlo muy claramente.

—Bueno, no tengo pareja, y tú tampoco. Sería divertido, ¿no?

Clark la miró con una mezcla de sorpresa y duda. Sabía que Lana era su amiga, probablemente su mejor amiga, pero nunca había considerado que ella pudiera verlo de esa manera.

¿A quién le estaba mintiendo? Sí sabía que ella lo miraba de esa forma. Simplemente él no sentía lo mismo ni estaba interesado. No porque no fuera hermosa, más bien porque simplemente era una niña de 12 años.

Simplemente su psicología no le hacía funcionar los cálculos. Más bien, no existian grandes glúteos y pechos gigantes. Solo una tabla carnosas con pinchos en lugar de cenos.

No era la imagen más sexy que podría imaginarse de lana en estos momentos.

—No sé, Lana… ¿Por qué me lo pides a mí?

Ella cruzó los brazos, fingiendo molestia.

—Porque eres mi amigo, Clark. Y porque sé muy claramente que probablemente nadie te va a pedir que seas su pareja, y que tú no harías el esfuerzo para conseguir ni si quiera a Dafne dientes de lata.

Clark rio por un momento, antes de negar con la cabeza.

Por un momento, Clark no supo qué decir. Pero luego se encogió de hombros, pensando en que tal vez estaba complicando las cosas.

No necesariamente tenía que hacer con una niña el día de la fiesta. Bastaba con solo acompañarla y hacerla pasar bien, y evitar que beba alcohol a escondidas con aquellos chicos populares, pues ella era parte de ese circulo social.

Y si Lana estaba dispuesta a invitarlo al baile, ¿por qué no aceptarlo?

—De acuerdo —dijo al fin, esbozando una pequeña sonrisa—. Iré contigo.

Lana no pudo evitar sonreír ampliamente, aunque intentó disimular su entusiasmo.

—Bien, entonces es un trato. Pero no te olvides de mi proyecto. Lo necesito para la próxima semana.

Ha, ese jodido proyecto.

Clark soltó una risa nerviosa mientras ambos entregaban sus permisos firmados por sus padres a la maestra encargada de la excursión. Luego subieron al autobús, donde los esperaba un grupo de niños bulliciosos y revoltosos.

Los asientos se llenaron rápidamente, pero Clark y Lana lograron encontrar lugares adecuados para ellos. Mientras el autobús comenzaba a moverse, claro empezó a relajarse cercano a la ventana donde se encontraba el sol bañando su cara.

El autobús continuó su camino hacia Kansas, donde los esperaba una excursión que inesperadamente, cambiaría sus vidas para siempre.

El autobús escolar se desplazaba lentamente por la carretera rural de Kansas. A ambos lados, los interminables campos de maíz se extendían bajo el cálido sol de la tarde, ondulando suavemente con la brisa. Dentro del vehículo, un caos controlado reinaba: risas, bromas y murmullos llenaban el aire, mientras los estudiantes aprovechaban la ocasión para conversar sin la vigilancia estricta del aula.

Pero incluso sus ojos de halcón no pudieron captar los proyectiles de papeles y babas escupidos a través de un sorbete. Los bullying molestando a los ñoños de la clase.

Clark Kent estaba sentado en la penúltima fila, pegado a la ventana, con los hombros ligeramente relajados y la mirada perdida en el horizonte.

A unas filas delante de él, Lana Lang, la chica más hermosa de la escuela y probablemente del pueblo entero, reía suavemente mientras charlaba con una amiga.

Su cabello rojizo caía en suaves ondas sobre sus hombros, captando la luz del sol que se filtraba por las ventanas.

Aunque parecía inaudito, ella pertenecía al grupo de los chicos populares de la escuela. De hecho su grupo parecía sorprendido ante el hecho de que ella tuviese una relación de amistad muy estrecha con el chico raro de la clase. Los cuales consideraron a Clark como el niño especial amigo de uno de sus miembros.

Pero también eran conscientes de la fuerza del chico raro, por lo que hubo un entendimiento tácito entre él y aquel grupo, en el cual llevaron la fiesta en paz, a diferencia de los bullyings que constantemente trataban de lograr vencer al niño con fuerza antinatural.

—¡Hey, Lang! —La voz estridente de Brad Thompson rompió el murmullo general. El chico, con su chaqueta del equipo de fútbol colgada sobre un hombro, caminó por el pasillo del autobús con una confianza que rozaba la arrogancia.

Era el chico más popular de la escuela, y un buen jugador de fútbol. Se esperaba que en la secundaria lograra tener un buen puesto dentro del equipo juvenil de smolville.

Se detuvo junto a Lana, inclinándose ligeramente hacia ella. —Estaba pensando... deberíamos ir juntos al baile.

Un silencio incómodo se extendió entre los estudiantes cercanos. Brad siempre había sido el centro de atención, y muchos asumían que Lana aceptaría sin pensarlo.

Porque ¿Qué chica No querría ser invitado por el chico?

Pero ella levantó la mirada, ladeando la cabeza con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—Lo siento, Brad. Clark ya me invitó.

El rostro de Brad se endureció, y por un instante pareció que había recibido un golpe físico. —¿Qué? ¿Clark Kent?

La sorpresa no se hizo esperar por el público, incluso del mismo Clark. ¿En qué momento él la había invitado a ella? Juraba que había sido todo lo contrario.

Un murmullo recorrió el autobús como una ola. Todos los ojos se dirigieron hacia Clark, que ahora parecía arquear una ceja hacia los chicos.

Nadie se atrevió a desafiarlo, Aunque maldecían en sus adentros de que el niño raro hubiese logrado algo como esto.

Pero tras pensar por un momento, consideraron que lana, como la amiga del niño especial de la clase, simplemente había aceptado la invitación de Clark por lástima.

—¿En serio, Lang? ¿El chico raro? —insistió Brad, esta vez con un tono más agresivo, debido a que se encontraba sorprendido por aquel hecho.

Lana mantuvo su sonrisa, aunque ahora había un toque de desafío en su mirada. —Sí. Es un buen chico y es mi amigo.

Antes de que Brad pudiera responder, el profesor Willis, que estaba sentado al frente, se levantó abruptamente. —¡Brad, ¿Qué haces de pie en el pasillo? Ve a sentarte de inmediato! —dijo con voz firme, mirando a Brad directamente.

Brad apretó los dientes, pero finalmente se giró con un gruñido, lanzando una última mirada de desprecio hacia Clark antes de sentarse.

Clark negó con la cabeza, estos niños eran complicados y precoces. Probablemente el chico trataría de maquinar alguna especie de plan que lo ayudara a darle una elección o algo por el estilo.

El autobús avanzaba lentamente por un puente estrecho cuando el tráfico se detuvo por completo.

Desde su asiento, Clark podía ver un pequeño embotellamiento más adelante, probablemente causado por un accidente menor. Los niños comenzaron a inquietarse, algunos asomándose por las ventanas, mientras el conductor apagaba el motor con un suspiro de frustración.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó un chico desde el fondo.

—Seguramente alguien no sabe conducir —respondió otro, provocando frustración en el profesor que estaba a cargo de la supervisión de aquellos niños revoltosos.

De repente, un ruido ensordecedor rompió la tranquilidad. Clark giró la cabeza justo a tiempo para ver un camión grande derrapando hacia el puente. El conductor del autobús apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el impacto los lanzara contra la barandilla, rompiéndola y enviando al vehículo directo al agua.

Clark, aturdido por los acontecimientos, solo pudo observar en cámara lenta el desastre en el interior el vehículo.

"Oh mierda".

El mundo se convirtió en un caos de gritos, vidrios rotos y agua fría que entraba rápidamente por las ventanas.

Clark sintió el golpe del agua como un simple chapoteo, pero su mente se mantuvo sorprendentemente clara.

Actualmente se encontraba más preocupado por lana y los niños que por el hecho de estar hundiéndose en el lago.

Miró a su alrededor, viendo cómo los niños luchaban por liberarse de los cinturones de seguridad mientras el autobús comenzaba a hundirse.

Lana estaba a solo unos asientos de distancia, tratando desesperadamente de ayudar a su amiga a desabrocharse.

Pero luego había dejado de seguir luchando y solo gritar como loca, la histeria apoderándose de su cuerpo. Empezó a llamar el nombre de su amigo desesperadamente, pidiéndole que la salvara.

Clark sabía que tenía que actuar, pero también sabía lo que eso significaría. Si usaba sus poderes, corría el riesgo de exponerse.

Al final le importó absolutamente nada. Ya sea que se expusiera o no, no dejaría que estos niños murieran, que está gente encontraran su final de esta manera.

Con tus pensamientos claros, se desabrochó el cinturón y se deslizó hacia la parte trasera del autobús. Lana lo vio moverse y gritó: —¡Clark! ¿Qué estás haciendo? ¿A donde vas?

Él no respondió, no había tiempo. Simplemente empujó la puerta de emergencia con una fuerza que parecía imposible, rompiéndola por completo y saliendo al agua.

Una vez fuera del autobús, Clark liberó la energía que había estado reprimiendo durante años. Su cuerpo brilló tenuemente bajo el agua mientras su bioquinesis, acompañado de sus capacidades físicas monstruosamente superiores a la de un humano le permitía moverse con una velocidad y fuerza sobrehumanas.

Rodeó el autobús, posicionándose bajo él, y con un esfuerzo casual pero suave, lo levantó del fondo del lago.

A pesar de que los niños habían sido sepultados por, solo habían permanecido allí durante menos de 20 segundos.

El autobús emergió del agua en un movimiento impresionante, y Clark lo llevó rápidamente hacia la orilla.

Los niños y el profesor tosían y jadeaban mientras salían, empapados pero vivos y completamente desconcertados.

No sabía lo que había pasado exactamente. Solo estaban allí, ahogándose en las profundidades de aquel lago oscuro, y luego estaban afuera, en la orilla.

Clark sin embargo, no salió del agua.

Sin detenerse, Clark volvió a las profundidades. Sabía que había otro auto Lanzando el fondo, dos personas atrapada en la limusina que había caído con ellos. Encontró a un hombre mayor, probablemente el chofer, y a un niño pequeño, ambos atrapados, perdiendo la conciencia. Con cuidado, los llevó a la superficie y los dejó junto al autobús.

Cuando finalmente terminó, Clark se permitió un momento para respirar, suspirando con alivio.

Si bien no era Superman, su humanidad le decía que se arrepentiría si no hacía algo al respecto. Miró a su alrededor, asegurándose de que todos estuvieran a salvo.

Observó como el adolescente, aparentemente calvo, estaba mirándolo con los ojos desenfocados. Desapareció de su vista en un borrón de velocidad, mientras no supiese su identidad, mejor.

Llegó hacia el autobús, permaneciendo empapado, en el pasillo del vehículo.

Lana corrió hacia él, empapada y temblando, y lo abrazó con fuerza.

—¡Pensé que no volverías ¿Qué demonios pasó?! —sollozó, aferrándose a él como si fuera su salvavidas.

Clark la sostuvo, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. Sabía que había hecho lo correcto, pero también sabía que algunos de los niños lo habían visto en acción.

Vio al niño gordo que molestaba a los niños de la clase, observandolo con los ojos muy abiertos.

Sabía que esto lo pondría en un aprieto.

El accidente fue noticia en todo Kansas. Los medios describieron el incidente como un "milagro inexplicable", y los sobrevivientes no podían ponerse de acuerdo sobre lo que realmente había sucedido. Algunos recordaban haber visto una figura moviéndose rápidamente bajo el agua, pero otros pensaban que simplemente habían tenido suerte.

Mientras tanto, muchos niños se negaron a hablar al respecto, y en su lugar, compartieron sus experiencias y lo que ellos habían visto con las personas más confiables para ellos. Sus padres.

Los padres de aquellos niños visitaron a los Kent esa tarde, llenos de gratitud y admiración por Clark, otros por curiosidad e incluso histeria. Una mujer mayor incluso sugirió que Clark era un instrumento divino, enviado para proteger a los inocentes. Su creencia desmedida sobre su religión incluso la hizo amenazar a los Kent con llamar a los medios para delatar a Clark.

Jonathan y Martha intercambiaron miradas preocupadas mientras trataban de desviar las preguntas y amenazar con la policía a los más apresurados, como aquella mujer religiosa. Sabían que este día cambiaría la vida de su hijo para siempre, al igual que la manera en como la gente lo vería desde entonces.

Esa noche, mientras Clark se sentaba en su habitación, mirando las estrellas por la ventana, Clark decidió que el mundo podía llamarlo como quisiera: un milagro, un instrumento divino o simplemente un chico raro. El importaba poco, pese a la preocupación de sus padres.

Pero para él, solo había una verdad: solo importaba el, sus seres queridos y nada más.