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Chapter 13 - Capítulo 13: El Precio de la Sangre Antigua

El viento helado cortaba como cuchillas mientras Kael y la juna arrastraban a Zeyrion a través del páramo desolado. La herida del anciano dejaba un reguero de sangre que brillaba con tenues destellos dorados, un vestigio de su linaje olvidado. Detrás, el polvo levantado por la caída de Velaris ocultaba a sus perseguidores, pero no el peso de una presencia que heló la sangre de Kael.

—¡Alto! —rugió una voz que resonó como un trueno.

Un hombre descendió del cielo, hendiendo la tierra con un impacto que sacudió el suelo. Su armadura negra, grabada con runas de supresión espiritual, crujió al moverse. En su cinturón, siete medallones brillaban: seis de obsidiana y uno de cristal rojo. Guerrero Subnivel 6, el último escalón antes del Maestro.

—Me llamo Gorath —dijo, desenvainando una espada dentada que vibraba con hambre—. Y vengo por la cabeza del Último Veylith.

Zeyrion se irguió con dificultad, su bastón temblando en sus manos.

—Corred —susurró a Kael—. Este no es un enemigo que puedas enfrentar.

—No te dejaré —Kael desenvainó su daga espiritual, pero Zeyrion lo detuvo con una mirada feroz.

—¿Crees que soy un viejo decrépito? —El anciano sonrió, y por un instante, su aura se expandió, revelando grietas de poder que habían estado selladas durante décadas—. Yo fui Eclipse, el Devorador de Clanes.

Gorath rió, un sonido metálico y hueco.

—Un título bonito para un cobarde que escondió su poder.

Zeyrion golpeó el suelo con su bastón. Runas doradas emergieron, tejiendo una barrera alrededor de Kael y la joven.

—Escúchame, sobrino —dijo Zeyrion sin volverse—. Tu sangre es el Crisol de Aelthyr, el último recipiente puro. Si mueres hoy, el mundo arderá contigo.

Gorath atacó. Su espada liberó una onda de energía negra que destrozó la barrera como cristal. Zeyrion se interpuso, bloqueando el golpe con su bastón. El impacto los hizo retroceder a ambos, pero mientras Gorath sonreía, Zeyrion tosía sangre.

—¡Tío! —gritó Kael, golpeando la barrera que ahora lo mantenía prisionero.

La joven colocó sus manos sobre el campo de energía, sus llamas doradas fundiéndose con las runas.

—Hay que… abrir un camino —murmuró, sangrando por la nariz al forzar su poder.

Zeyrion y Gorath chocaron como titanes. Cada golpe del bastón del anciano liberaba sellos antiguos:

Golpe del Crepúsculo Una explosión de gravedad invertida que levantó rocas del suelo.

Látigo de Sombras Filamentos de oscuridad que buscaban las junturas de la armadura de Gorath.

Pero el Guerrero Subnivel 6 era implacable. Su medallón de cristal rojo brilló, y su espada se tiñó de escarlata.

—Técnica Prohibida: Devoración Carmesí —anunció.

La hoja atravesó el pecho de Zeyrion, bebiendo su energía vital. El anciano gritó, no de dolor, sino de rabia.

—¿Crees… que no lo preví? —tosió Zeyrion, agarrando la hoja con una mano—. Sello del Éxodo Final.

El brazo izquierdo de Zeyrion se desintegró en cenizas doradas, liberando un poder que hizo temblar el cielo. Un portal se abrió bajo los pies de Kael y la joven.

—¡No! —rugió Gorath, intentando liberar su espada.

Zeyrion lo inmovilizó con cadenas de luz.

—Ve, Kael —dijo el anciano, su cuerpo desvaneciéndose desde los pies hacia arriba—. Encuentra las Ruinas de la Cuna, donde tu madre selló tu destino.

La joven saltó al portal, arrastrando a Kael consigo. La última imagen que vieron fue la de Zeyrion sonriendo, mientras Gorath gritaba de furia al ver su presa escapar.

El portal los escupió en un bosque de árboles petrificados, donde el aire olía a azufre y lágrimas antiguas. La joven colapsó, sus manos quemadas por el esfuerzo de mantener el portal estable. Kael, de rodillas, apretó el suelo con tanta fuerza que sus nudillos sangraron.

—Volveré por ti, tío —juró al viento.

En el lugar de la batalla, Gorath examinó el brazo amputado de Zeyrion, ahora convertido en polvo dorado. Del cadáver del anciano no quedaba rastro, solo un medallón roto con la inscripción "Eclipse".

—El Crisol de Aelthyr… —murmuró Gorath, guardando el medallón—. El Consejo de Ancianos pagará una fortuna por esto.

Pero en la distancia, las sombras de Velaris se agitaban. Algo, liberado por el Sello del Éxodo Final, observaba con ojos de dragón.