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Chapter 10 - Capítulo 9 - La luz en la penumbra

El camino que Kael y Zeyrion recorrían era solitario y sombrío, cubierto por una niebla que parecía emanar del suelo mismo. A pesar de la oscuridad del entorno, Kael avanzaba con una expresión impasible, sumido en sus pensamientos, mientras Zeyrion lo seguía de cerca.

—Kael, este mundo puede ser un desafío mayor de lo que parece —murmuró Zeyrion, con los ojos atentos al entorno—. No subestimes los peligros, incluso si parecen insignificantes.

Kael no respondió. Sus pasos eran firmes pero su mirada seguía distante, enfocada más en el pasado que en el presente. Sin embargo, el sonido de gritos a lo lejos rompió el silencio del camino.

—¡Detente, pequeña! —rugió una voz áspera, seguida por risas crueles y pasos apresurados.

Kael y Zeyrion se detuvieron al instante. Entre la niebla, una figura femenina emergió tambaleándose. Era una joven de cabello negro azabache, suelto y enredado por el viento. Sus ojos, grandes y brillantes como estrellas, reflejaban un miedo indescriptible. Llevaba una falda blanca que, a pesar de estar manchada de tierra, mantenía una pureza que contrastaba con el caos a su alrededor.

—¡Ayuda! —gritó la joven al ver a Kael, con su voz llena de desesperación.

Detrás de ella, un grupo de hombres apareció. Eran cinco, todos de aspecto tosco y malintencionado. Sus ropas desgastadas y sus risas burlonas dejaban claro que no eran más que carroñeros en este desolado mundo.

—¡Ahí está! ¡Y mira, tiene compañía! —dijo uno de ellos, mientras chasqueaba la lengua con desdén.

Kael observó la escena con frialdad. Podía sentir que el nivel de cultivo de esos hombres no superaba el rango de Aprendiz, tal vez un par estaban apenas en Guerrero. No representaban ninguna amenaza real para él ni para Zeyrion.

—No es asunto nuestro —dijo Kael en voz baja, girándose ligeramente para seguir su camino.

Pero la joven, al ver que él intentaba marcharse, corrió hacia él con todas sus fuerzas. Sus piernas temblaban, y su cuerpo magullado parecía al borde del colapso, pero su voluntad era inquebrantable.

—¡Por favor! —suplicó, agarrándose a la manga de Kael—. ¡Ayúdame, te lo ruego!

Kael la miró con frialdad, intentando soltar su brazo.

—No soy un salvador. Si quieres vivir, corre por tu cuenta.

Zeyrion, que había permanecido en silencio, observó a la joven con atención. Aunque su cultivo estaba sellado, había algo en su aura que lo hizo dudar. No era una simple víctima.

—Kael, espera —dijo Zeyrion con gravedad—. Hay más en esta chica de lo que parece.

Los pandilleros se acercaban rápidamente, riéndose entre ellos mientras formaban un semicírculo alrededor de los tres.

—¿Creen que pueden arrebatarnos nuestro premio? —dijo el que parecía ser el líder, un hombre de cabello sucio y una cicatriz en el rostro. Su energía espiritual apenas alcanzaba el rango de Guerrero, pero su actitud era arrogante.

Kael suspiró con impaciencia.

—No tengo tiempo para esto.

Pero antes de que pudiera dar otro paso, la joven se interpuso frente a él, extendiendo sus brazos como si su vida dependiera de ello.

—¡No puedes dejarme sola! —gritó, con lágrimas corriendo por sus mejillas—. ¡Eres lo único que me queda!

Kael la miró fijamente, notando el fuego desesperado en sus ojos. Algo en su interior vaciló por un instante, pero lo reprimió.

—¿Qué harás, Kael? —preguntó Zeyrion, observando la escena con interés.

Kael chasqueó la lengua, apartando la mirada.

—Esto es una pérdida de tiempo.

Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más, uno de los pandilleros avanzó rápidamente hacia la joven con una daga en la mano.

—¡Si no te mueves, tú también caerás!

En un movimiento casi instintivo, Kael giró y levantó la mano. Una ráfaga de energía condensada en forma de viento golpeó al atacante, enviándolo volando varios metros hacia atrás.

—No toques lo que no es tuyo —dijo Kael, con una voz fría que congeló el ambiente.

Los pandilleros retrocedieron, ahora conscientes de que habían cometido un error fatal.

—¡E-es un cultivador! —balbuceó uno de ellos, temblando.

Zeyrion sonrió ligeramente, apoyándose en su bastón.

—Parece que han elegido mal a su presa.

Kael miró a los hombres, sus ojos brillando con un destello de peligro.

—Lárguense antes de que pierda la paciencia.

Los pandilleros, aunque reacios, no tardaron en darse la vuelta y huir como ratas asustadas.

La joven cayó de rodillas, respirando con dificultad mientras miraba a Kael con una mezcla de gratitud y asombro.

—G-gracias... —murmuró, pero Kael solo negó con la cabeza.

—No lo hice por ti. Vámonos, Zeyrion.

Zeyrion ayudó a la joven a levantarse, ignorando las protestas de Kael.

—No podemos dejarla aquí. Hay más que descubrir sobre ella.

Kael frunció el ceño, pero no discutió. Mientras continuaban su camino, la joven se mantuvo cerca, mirando a Kael como si fuera su última esperanza en este mundo cruel.