El aroma del café llenaba el aire de la pequeña cafetería en el corazón de Los Ángeles. Las máquinas rugían mientras los granos eran molidos, y las conversaciones se mezclaban en un murmullo constante. Isaac Evans limpió con cuidado una taza de cerámica, su reflejo borroso mirándolo desde la superficie esmaltada. Había trabajado allí durante los últimos tres años, y aunque apreciaba la estabilidad del empleo, no podía evitar sentir que estaba atrapado.
—¡Isaac! ¿Puedes llevar estos pedidos a la mesa tres?—exclamó Tina, su supervisora, una mujer robusta con una energía contagiosa.
—Claro, ya voy.—Isaac tomó la bandeja con destreza, equilibrando dos lattes y un muffin de arándanos. Caminó hacia la mesa con una sonrisa ensayada y depositó los pedidos con precisión. Los clientes apenas notaron su presencia, algo que no era raro para él. Era bueno pasando desapercibido.
La jornada transcurrió sin sobresaltos, como de costumbre. A las seis en punto, Isaac colgó su delantal y se despidó de Tina y sus compañeros. Afuera, el sol comenzaba a esconderse detrás de los edificios, pintando el cielo con tonos anaranjados y morados. Isaac se ajustó la mochila al hombro y comenzó a caminar hacia su pequeño apartamento en un barrio modesto. El ruido de la ciudad lo envolvía, pero en su mente solo había un pensamiento constante: ¿Es esto todo lo que hay?
En su apartamento, una habitación pequeña pero ordenada, Isaac encendió su computadora. La pantalla iluminó la estancia con un resplandor azul mientras abría su carpeta de proyectos. A pesar de su rutina monótona, Isaac tenía un sueño: convertirse en un artista. Amaba la música, el cine, el teatro; cualquier forma de expresión que pudiera conectar con las emociones humanas. Había escrito canciones, practicado monólogos frente al espejo y hasta grabado pequeños cortometrajes con su teléfono. Pero cada intento de entrar en la industria había sido un fracaso.
Mientras revisaba uno de sus guiones inconclusos, una sensación de cansancio lo invadió. Se recostó en su silla y cerró los ojos. ¿Qué estaba haciendo con su vida? Era una pregunta que se hacía más a menudo de lo que le gustaba admitir.
De repente, una luz brillante llenó la habitación. Isaac abrió los ojos de golpe, su corazón latiendo con fuerza. La pantalla de su computadora mostraba algo completamente desconocido: un panel negro con letras blancas que parecían flotar.
"Sistema del Artista Supremo activado."
Isaac se frotó los ojos, pensando que tal vez estaba demasiado cansado o que había descargado algún tipo de virus extraño. Pero las palabras seguían ahí, brillando en la oscuridad.
"Bienvenido, Isaac Evans. Este sistema está diseñado para ayudarte a alcanzar tu máximo potencial artístico. El progreso dependerá de tu esfuerzo y perseverancia."
Un sonido mecánico resonó, como el clic de un engranaje girando. Frente a él aparecieron varias opciones:
Actuación (Nivel 0)
Música (Nivel 0)
Escritura Creativa (Nivel 0)
Baile (Nivel 0)
Carisma (Nivel 0)
Debajo de las opciones, un mensaje adicional parpadeaba:
"Primera misión: Completa una actividad artística en cualquiera de las disciplinas para desbloquear tu primera habilidad."
Isaac se quedó mirando la pantalla, incrédulo. Esto no podía ser real. Pero cuando movió el mouse, el cursor respondió, confirmando que no era una simple animación. Era algo interactivo.
—Esto tiene que ser una broma.—murmuró para sí mismo, pero su curiosidad comenzó a ganar la partida. Siempre había soñado con algo que pudiera darle una ventaja, una forma de destacarse. Y ahora, aquí estaba.
Con un leve temblor en la mano, seleccionó "Música". Al instante, el sistema emitió un sonido de aprobación y una nueva ventana se desplegó:
"Objetivo inicial: Escribe y graba una canción original en 48 horas."
Recompensa:
Habilidad: Oído Armónico (Mejora tu capacidad para identificar tonos y melodías con precisión).
50 puntos de experiencia en Música.
Isaac respiró hondo. Esto no puede ser real. Pero al mismo tiempo, algo dentro de él se encendió. Había escrito letras antes, aunque nunca había tenido la confianza para compartirlas. Tal vez era una alucinación, pero ¿qué perdía con intentarlo?
Durante las siguientes dos horas, Isaac se sumergió en su pequeño mundo creativo. Tomó su guitarra, un instrumento polvoriento que había dejado en una esquina del apartamento, y comenzó a tocar acordes simples. Una melancólica melodía empezó a tomar forma mientras garabateaba versos en una libreta. La letra hablaba de perseguir sueños, de luchar contra la mediocridad y encontrar una chispa en la oscuridad.
Para cuando terminó, sus dedos estaban adoloridos, pero tenía una canción completa. Grabó una versión simple con su teléfono, sintiéndose sorprendentemente satisfecho con el resultado. Cuando subió el archivo al sistema, la pantalla brilló nuevamente:
"Misión completada. Recompensas entregadas."
Un calor agradable recorrió su cuerpo, como si algo dentro de él se estuviera ajustando. Una notificación apareció:
"Habilidad desbloqueada: Oído Armónico. Tu sensibilidad musical ha mejorado."
Isaac cerró los ojos y respiró profundamente. De alguna manera, podía notar la diferencia. Tocó un acorde en su guitarra, y cada nota parecía más clara, más precisa. Era como si el instrumento estuviera hablando directamente con él.
Por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa sincera cruzó su rostro. Esto podía ser el comienzo de algo increíble.
A la mañana siguiente, Isaac despertó con energía renovada. El sistema seguía activo, mostrando nuevas opciones y objetivos. Decidió que su próximo paso sería actuar, otra de sus pasiones que había dejado de lado por falta de confianza.
Antes de salir al trabajo, revisó una nueva notificación:
"Próxima misión disponible: Presenta un monólogo frente a una audiencia pequeña."
Recompensa:
Habilidad: Presencia Escénica (Aumenta tu capacidad para captar la atención en el escenario).
50 puntos de experiencia en Actuación.
Isaac sonrió para sí mismo. La idea de hablar frente a otros lo aterraba, pero también lo emocionaba. El sistema no solo le estaba dando habilidades; también lo estaba empujando a salir de su zona de confort.
Caminó hacia el trabajo con un nuevo sentido de propósito. Mientras atendía a los clientes y limpiaba mesas, su mente estaba ocupada planeando el monólogo que presentaría. Esa noche, decidó que practicaría frente a un espejo y luego buscaría algún lugar donde pudiera presentarlo en público. Tal vez un club de comedia abierto o un pequeño grupo de teatro.
Por primera vez en años, Isaac sintió que estaba avanzando, aunque fuera a pequeños pasos. No sabía qué lo había llevado a ser elegido por ese misterioso sistema, pero estaba decidido a aprovecharlo al máximo. Su vida ordinaria había cambiado, y no pensaba dejar pasar esta oportunidad.