PARTE 1
Helena nunca había experimentado un corazón roto pero aquel día, todo cambió. Pasó de ser una chica feliz y soñadora a ser el rostro de la tristeza.
En la preparatoria, le permitieron salir temprano, después de verla devolver el estómago en la oficina del director. Apenas cruzó las puertas, comenzó a correr, como si con cada paso pudiera escapar del dolor. Corrió sin detenerse hasta llegar a casa, aunque no sabía cómo había soportado el camino.
Al entrar a su casa, vio a su madre dormida. Era tan frágil que Helena decidió no molestarla, sabía que cargaba con demasiados problemas de salud como para preocuparse por el sufrimiento de su hija enamorada. Al observarla descansando plácidamente, libre de preocupaciones, Helena deseó sentirse como ella: encontrar un refugio temporal, escapar de su tristeza, aunque fuera por unas horas.
Sin pensarlo mucho, se acercó al buró y tomó unas pastillas para el dolor que su madre usaba. No quería hacerse daño, sólo deseaba que el dolor que sentía en el pecho, desapareciera. Quería silenciar por un instante el ruido ensordecedor de la traición, que taladraba su mente.
—Toda la escuela se dio cuenta —le decía su subconsciente, haciéndole sentir el hazmerreír del momento. A partir de entonces, todos murmurarían a sus espaldas y le lanzarían tanto miradas de burla como de condescendencia. Su vida social estaba destrozada y no quería volver nunca a esa escuela para encontrarse con Daniel.
Habían sido amigos en el jardín de infantes. Durante ese tiempo ella lo veía como un niño brillante y carismático, aunque a esa edad no habría sabido describirlo, solo se sentía atraída y sentía orgullo y emoción cada vez que él le dirigía la palabra. Sus amigos solían bromear diciendo que Helena era su novia, pero en lugar de enojarse, Daniel simplemente sonreía. Ese gesto de amabilidad hizo que Helena se ilusionara a su corta edad con ser la niña que le gustaba a Daniel
Cuando llegaron a la primaria, los padres de Daniel lo transfirieron a un colegio privado, mientras que Helena continuó en la escuela pública pero ella seguía guardando un recuerdo muy especial de él.
Años más tarde, al terminar la secundaria, Helena obtuvo una beca para estudiar en la misma preparatoria que Daniel. Fue allí donde sus caminos se cruzaron de nuevo y esta vez, se hicieron más que amigos. Pasaban horas juntos, después de clases, se acostaban sobre la hierba del parque para mirar el cielo mientras platicaban y bromeaban. Daniel siempre esperaba a que su madre lo recogiera en su auto, aunque muchas veces llegaba muy tarde. A Helena eso le encantaba, daba gracias a Dios cada vez que la descuidada madre de Daniel se retrasaba ya que eso le permitía pasar más tiempo a solas con él.
A Helena nadie la recogía en la puerta del colegio, tomaba el camión para regresar a casa, aunque había días en los que se gastaba el dinero del pasaje en una paleta. En esos casos, caminaba a su casa en cuanto Daniel se iba con su madre, quien siempre le lanzaba una mirada displicente.
Los padres de Helena tampoco veían con buenos ojos su amistad con Daniel. Ambos eran profesores de secundaria pública, intelectuales de izquierda que rechazaban cualquier cosa que les pareciera elitista o capitalista. Daniel, por su parte, vivía en una casa enorme con alberca, pasaba sus vacaciones en Disney o en la playa y su padre era dueño de varios estacionamientos. Para ellos, él representaba todo lo contrario a los valores que intentaban inculcar en su hija.
La que tampoco confiaba en Daniel, era Mariana, la hermana mayor de Helena, porque su novio, Pablo, trabajaba los fines de semana en el club de tenis al que asistía la familia de Daniel. Según Pablo, Daniel tenía fama de ser un chico caprichoso, acostumbrado a conseguir lo que quería y a desecharlo sin pensarlo dos veces.
"Ten cuidado con él" le decía Mariana a Helena con insistencia. Pero ella no escuchaba, para Helena, Daniel era diferente o al menos, eso creía, porque recordaba lo especial que se sentía en el jardín de infantes, cuando Daniel la invitaba a jugar, aún idealizaba esos recuerdos y quería pensar que Daniel se había enamorado de ella desde entonces.