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Chapter 3 - CAPÍTULO 3: EL AMANECER DE UNA ALIANZA

Las mañanas, aunque nacen con la promesa de un nuevo comienzo, siempre traen consigo el recordatorio de que todo inicio tiene su final. Sin embargo, es en ese ciclo constante que encontramos la verdadera esencia de la vida: siempre regresa, no importa cuántas veces se haya ido. Y con ello, la historia continúa.

Un nuevo día comienza para nuestros dos extraños sobrevivientes, y con él, surgen nuevos desafíos y objetivos que deberán enfrentar.

En la cueva

—Hmmm... ¿Ya despertaste, pequeño? —preguntó Cesin, despertando con el primer rayo de luz que entraba por la grieta de la cueva.

—Huaa… (suspiro)... Buenos días, Cesin —respondió el dragón blanco, estirándose mientras su cuerpo aún se despertaba de la fatiga.

—Buenos días, Blanco —respondió Cesin, sonriendo suavemente.

Tras unos breves intercambios sobre el clima y otros temas triviales, ambos decidieron que era hora de salir a cazar algo para comer. Había pasado mucho tiempo desde que se aventuraron fuera de la cueva.

Afuera, en el bosque

—Por fin estamos afuera... —comentó el dragón blanco, mirando el vasto paisaje que se extendía frente a ellos.

—Sí, ha pasado algún tiempo desde que no nos aventurábamos por estos lares —respondió Cesin, observando a su alrededor.

—¿Cómo se siente tu cuerpo? —preguntó el joven dragón, preocupado.

—Está mucho mejor, en comparación con lo que era antes —dijo Cesin, sonriendo mientras comprobaba sus extremidades, sintiendo su cuerpo con mayor agilidad y ligereza.

—Entonces, vamos a cazar —dijo el dragón blanco con un brillo de entusiasmo en los ojos.

Un leve viento recorrió el bosque, y con ello, una sensación de felicidad momentánea inundó el ambiente, un respiro de calma en un entorno de frías sombras.

Mientras tanto, en el Desierto de Laus

En lo más profundo de un árido asentamiento, los preparativos para la batalla comenzaban a tomar forma. El aire estaba cargado de tensiones, pues una guerra se acercaba con pasos firmes. En un ambiente tan vulnerable, la esperanza de vida parecía tan efímera, tan influenciada por fuerzas externas. Todos sabían que, al final, la muerte acecha a cada ser, sin importar cuán fuerte sea. Este sería el principio del fin.

Suna, en el Desierto de Laus

—¿Cómo van los preparativos para la batalla? —preguntó Suna, con una mirada firme, evaluando la situación.

—Todo parece ir bien. Tras el discurso de nuestra madre, la moral del ejército se ha elevado considerablemente, lo que ha incrementado su eficiencia —respondió Sanu, con una expresión tranquila.

—Era de esperarse de nuestra madre. Siempre sabe cómo levantar los ánimos. Rezo por nuestra victoria y supervivencia —dijo Suna, con una mirada pensativa.

—No es necesario. Sé que nos irá bien —respondió Sanu, confiada en sus habilidades y en las de su ejército.

Una calma extraña se sintió en el aire, camuflando los inminentes sucesos que estaban por ocurrir. De repente, una alerta cortó la tranquilidad.

—¡Enemigos detectados! ¡Se acercan a gran velocidad! —gritó un soldado del fuego.

A lo largo del vasto desierto, cientos de lagartos alados, con furia en sus ojos, avanzaban rápidamente hacia el ejército del fuego.

—Malditos… ¡Sanu! ¡Tomaré el mando del batallón! Interceptaré a esos desgraciados, te encargo el resto —ordenó Suna con determinación, saltando hacia la línea del frente.

—Como digas —respondió Sanu, asintiendo y comenzando a organizar a los refuerzos.

El viento soplaba con fuerza, trayendo consigo el temor y la adrenalina. La batalla estaba a punto de desatarse, y la señal para atacar no se hizo esperar.

—¡Vamos! ¡Intercepten a esos malditos! —gritó Suna, lanzándose con todo su poder hacia el enemigo.

El campo de batalla

El suelo se llenó de gritos desgarradores, el caos inundó el desierto. La furia y la determinación se mezclaron con la esperanza de supervivencia, mientras los dos ejércitos se encontraban cara a cara.

La batalla comenzó con una violencia apabullante. A lo lejos, se podían escuchar los rugidos de las criaturas y los gritos de los soldados, mezclados con el sonido de las explosiones elementales y las acometidas de las fuerzas. La sangre teñía la arena del desierto, mientras cadáveres y mutilaciones formaban el paisaje macabro de la guerra.

Mientras tanto, en el Clan del Aire, en una sala tranquila, Humte y su hijo Perci discutían sobre la naturaleza de la vida y el poder.

—¿Sabes, Perci? En este mundo cruel, se cree que el más fuerte predomina sobre el más débil. Un pensamiento arcaico y desactualizado —dijo Humte, con una sonrisa fría—. Desde los inicios de este planeta, han sido los inteligentes los que controlan los hilos del mundo, manipulando a las marionetas en las sombras, cumpliendo nuestros deseos sin que nadie pueda hacer nada.

Perci, con una mirada tranquila, asintió. —Comprendo.

—Pronto, hijo mío, tendrás la responsabilidad de continuar con este rol en el nuevo mundo que estoy preparando para ti.

—Lo haré, padre.

De vuelta en la guerra

La batalla se intensificaba, con Suna abriéndose paso a través de las filas enemigas, su fuerza inquebrantable dejando una estela de destrucción. Mientras tanto, Sanu estaba en la retaguardia, organizando las defensas y esperando la llegada de los refuerzos.

—General, no podremos seguir retrasando el avance del enemigo. Son más de los que podemos manejar —informó un soldado, con el rostro preocupado.

—¿Han logrado retirar a la población cercana a un lugar seguro? —preguntó Sanu, con calma.

—Cerca del 40% —respondió el soldado.

Sanu observó con el ceño fruncido la pequeña cantidad de tropas disponibles. Su rostro se tensó, una mezcla de preocupación y determinación en sus ojos.

—¿Tan pocos...? Esto no me gusta —dijo en voz baja, casi para sí mismo, mientras se giraba hacia un soldado cercano—. Quiero que te dirijas a la capital, solicita refuerzos a la líder en el menor tiempo posible.

El soldado, con el rostro serio, asintió de inmediato.

—Sí, general —respondió antes de girarse rápidamente y dirigirse hacia su misión.

Con un fuerte grito, SANU levantó la voz, haciéndola resonar por toda la fortaleza, ganándose la atención inmediata de sus tropas.

—¡Escúchenme todos! —su voz cortó el aire, clara y llena de autoridad—. Serviremos como el escudo de nuestros hermanos que están luchando en este momento. Cuando dé la señal, todos deberán ir al ataque hasta que el primer batallón logre resguardarse en la fortaleza.

—¡Siiiiiii! —respondieron al unísono los soldados, su respuesta llena de fervor y determinación.

Mientras tanto, en el campamento cercano, Suna, con la mirada fija en el horizonte, se comunicaba telepáticamente con su hermana, la líder de las tropas.

—Todo está preparado, necesitas retirarte en este momento. Nosotros te cubriremos la espalda —le dijo, su voz interna tensa, pero firme.

Sanu, aún mirando las tropas preparándose para la batalla, sintió una creciente incomodidad.

—Creo que ya es muy tarde —respondió, su tono grave como un presagio.

—¡¿Por qué dices eso?! —la voz de Suna respondió rápidamente, como si la preocupación le hubiera llegado instantáneamente.

ZONA OCULTA DEL MUNDO

El Ser, al que muchos conocían solo como una entidad misteriosa, observaba desde su propio plano. No era un lugar físico, sino algo más allá de la percepción común. Desde allí, veía todo, incluso los movimientos en el mundo de los mortales, sin ser visto.

—¡Hey, qué tal! —comento, su tono casual y casi bromista—. Quizá te estés preguntando qué está pasando en este momento con el equilibrio de este planeta. Para serte franco, según mi criterio, ya estaba condenado. El chico solo fue la gota que derramó el agua. En fin... supongo que yo tuve algo de culpa, sí, ya lo sé... —una risa burlona escapó de sus labios—. Pero bueno, ¿Qué se le va a hacer? Aún estoy pensando cómo intervenir... ¿Utilizo a Blanco o lo hago directamente yo?

El Ser se recostó en una especie de superficie que solo él podía ver, en la vasta zona desconocida que había creado.

—Ah, y para responder a tu pregunta —continuó, mientras jugaba con la dimensión que lo rodeaba—. Estoy en un lugar... cómo decirlo... fuera de su alcance, o como ustedes lo llamarían, la "cuarta dimensión". Puedo moverme por un plano donde las reglas de las tres dimensiones no aplican. Básicamente, desaparezco de la vista de cualquiera en su mundo. Es una ventaja, ¿verdad?

El Ser se recostó, observando las situaciones desarrollándose a través de su visión de omnisciencia. Había algo que lo perturbaba, algo que sentía que debía resolver cuanto antes.

CON CELSÍ Y EL DRAGÓN BLANCO

Mientras el caos se desataba a gran escala, Cesin y el joven dragón blanco se mantenían a una distancia, observando el mundo a su alrededor en silencio. El aire se cargaba de tensión, pero la calma que se encontraba entre ellos era reconfortante.

De repente, una alarma interna se disparó en la mente del dragón blanco, interrumpiendo la paz de la escena.

—¿Qué pasa...? —murmuró, procesando lo que acababa de escuchar de la Voz de la Sabiduría.

[Radiación detectada en el sur]... —La respuesta fue inmediata, un susurro frío en su mente—. ¿Dime qué sucede allí?

La Voz de la Sabiduría reveló la causa de la creciente amenaza.

— [Una gran batalla ha surgido en la zona sur, y como resultado de los ataques elementales, se ha liberado una cantidad masiva de radiación, lo que está contaminando la zona afectada. Se recomienda alejarse. El patrocinado aún no ha desarrollado resistencia a la radiación].

El dragón blanco miró a Cesin, preocupado, pero la expresión de ella era decidida, incluso más que nunca.

—Esto se está complicando más de lo necesario. Necesito avisarle a... —su pensamiento quedó inconcluso cuando Cesin lo atrapó de repente por los brazos, levantándolo con destreza y llevándolo hacia los cielos.

—Cesin, ¿te sientes mejor? —preguntó él, mirando sus ojos con preocupación mientras volaban hacia un lugar más seguro.

Cesin, visiblemente alterada, no dudó en responder, su tono lleno de urgencia.

—No te preocupes por eso, pequeño. Tenemos que alejarnos de aquí, es peligroso.

—¿Es por la batalla que está ocurriendo cerca de aquí? —su voz temblaba con algo más que simple curiosidad.

Cesin lo miró fijamente, sorprendida por su percepción.

—Así es —respondió, un destello de asombro cruzando sus ojos—. Me sorprende que lo sepas. No debería ser fácil sentirlo para un niño como tú... Cada vez me sorprendes más.

Cesin y el dragón blanco surcaron los cielos, alejándose de la amenaza, pero el ambiente seguía cargado de una presión que no podían ignorar.

Poco después, aterrizaron en una zona rocosa, lo suficientemente alejada para descansar.

Cesin dejó escapar un suspiro de dolor cuando su cuerpo se tensó debido a las heridas que aún no se habían curado completamente. El dragón blanco, preocupado por su estado, se acercó a ella.

—No puedes seguir así, Cesin. Estás muy herida —dijo con preocupación.

Cesin, con un esfuerzo, sonrió débilmente.

—Blanco, he pasado poco tiempo contigo, pero debo decirte que tu compañía me da fuerzas para seguir adelante...

Su voz era quebrada, reflejando el dolor que sentía en su interior. Sin embargo, sus palabras fueron claras y sinceras. Con dificultad, se levantó un poco más, y en su mirada había una determinación feroz.

—Necesitas hacerte más fuerte, Cesin. No lograrás sobrevivir mucho más tiempo con tu actual fuerza —respondió el dragón blanco, con los ojos llenos de una preocupación palpable.

Cesin lo miró fijamente, y entonces, con un suspiro profundo, sus palabras fueron suaves pero llenas de significado.

—Pequeño, no te preocupes por mí... Tú liderarás el futuro de este planeta. Es por eso que he decidido heredarte mis habilidades de combate.

El dragón blanco se quedó en silencio, completamente atónito por lo que acababa de escuchar. Sin palabras, observó cómo Cesin comenzó a brillar, su cuerpo iluminado con una luz cálida que parecía emanar de su propia esencia.

—A partir de este momento... te reconozco como mi hijo y heredero —dijo, mientras su frente se unía a la de él, transmitiéndole todo su poder.

La luz que emanaba de Cesin se dirigió hacia el dragón blanco, uniéndose a él. Su forma comenzó a transformarse, adquiriendo una apariencia más elegante y majestuosa, con líneas violetas que adornaban su cuerpo, símbolo de la herencia de Cesin.

Blanco observó su nuevo poder, sintiendo la energía fluir a través de su cuerpo. No podía dejar de pensar en todo lo que había aprendido de Cesin. Decidió que era el momento de entrenar y ponerse a prueba.

—Voy a entrenar, Cesin. —dijo Blanco, mirando a la dragona con determinación—. Necesito saber hasta dónde puedo llegar con estas habilidades.

Cesin, aunque agotada, asintió. Su mirada estaba llena de preocupación, pero también de esperanza.

—Ten cuidado, Blanco. No te sobrecargues. Este poder puede ser muy destructivo si no sabes controlarlo.

Blanco sonrió con confianza, agradecido por sus palabras, pero con una seguridad inquebrantable en su decisión.

—Lo sé, pero tengo que saber si puedo hacerlo. Este es mi momento, y no puedo quedarme atrás.

Con esas palabras, Blanco se apartó un poco más de la zona donde estaban, dirigiéndose a una montaña cercana para probar sus nuevas habilidades. La adrenalina recorría su cuerpo mientras pensaba en el futuro y en todo lo que aún tenía por aprender.

Decidió poner a prueba su nueva habilidad y se dirigió a una zona montañosa cercana. La roca sólida de las montañas, erosionada por el viento y el paso del tiempo, se alzaba ante él, ofreciendo el terreno perfecto para su demostración.

Con un profundo suspiro, Blanco se concentró. La esfera de energía se formó rápidamente en su boca, su poder acumulándose hasta alcanzar una magnitud aterradora. Un rayo de luz negra, el Rayo del Vacío, estalló desde su interior y se disparó hacia la montaña, impactando contra la roca con una explosión tan intensa que resonó por toda la región, dejando un agujero colosal en el paisaje.

—¡Vaya, esto es… increíble! —exclamó Blanco, asombrado por la devastación que había causado. Miró la escena con admiración, sus ojos brillando de emoción—. Si esta habilidad es tan poderosa, no puedo esperar a probar las demás.

En ese instante, una figura misteriosa apareció detrás de él, su tono arrogante rompiendo la quietud del momento.

—Yo tampoco puedo esperar. —La voz resonó con desprecio y superioridad.

Blanco se giró rápidamente, los músculos tensos por la sorpresa. Los ojos, aún llenos de desconfianza, se clavaron en la figura.

—¿Quién eres tú? —preguntó, con una voz que denotaba alerta—. ¿Cuál es tu objetivo al venir aquí?

La misteriosa figura, con una sonrisa despectiva, respondió sin mostrar temor.

—Oh, no te asustes, pequeño amigo. Estoy aquí de paso —respondió la figura misteriosa con una sonrisa despectiva, observando a Blanco con aire de superioridad—. Solo vine a buscar a una persona, y parece que tú puedes ayudarme.

Blanco, aún en guardia, no bajó la mirada.

—No sé si pueda ayudarte. En este momento me encuentro ocupado, será mejor que busques a alguien más —dijo con una voz cautelosa.

El misterioso sujeto soltó una risa burlona.

—Oh, no tienes que estar a la defensiva, amiguito.

—¿Amiguito? Mi nombre es... — comento Blanco, pero antes de que pudiera continuar, la voz de la sabiduría interrumpió en su mente.

—[Se recomienda mantener el nombre oculto por ahora.]

¿Voz de la Sabiduría? pensó Blanco, sin dejar de mirar al extraño.

—¿Qué decías? —la voz misteriosa repitió en tono desafiante.

Eso no te incumbe, pensó Blanco, desactivando momentáneamente la comunicación con la voz. —En este momento estoy indispuesto, te recomiendo preguntarle a otra persona.

El extraño frunció el ceño, pero no pareció molesto.

—Entiendo... No te molestaré más. Aunque tengo una última pregunta... ¿Por qué no me dices dónde está Cesin?

Las alarmas se encendieron dentro de Blanco al escuchar el nombre de su compañera.

—¿Quién eres tú y cómo sabes de ella? —preguntó, el tono de su voz ahora mucho más cauteloso, casi hostil.

El misterioso sujeto sonrió con una expresión malévola.

—Un viejo conocido de ella.

¿Voz de la Sabiduría? Este parece ser un momento en el que necesito tu ayuda pensó Blanco, su mente luchando por decidir si debía confiar en este individuo.

La Voz de la Sabiduría respondió rápidamente en su mente.

—[Analizando intenciones del sujeto sospechoso.]

[Análisis completo.]

[Se recomienda alargar la conversación un poco más.]

[Se deduce que el sospechoso puede ser peligroso, se recomienda mantener toda la información del patrocinado en privado hasta que se conozcan las verdaderas intenciones del sospechoso.]

Entiendo... pensó Blanco, tratando de evaluar si podía manejar la situación o si debía retirarse.

—Quizás sepa su paradero, pero es poco probable que continúe allí. —respondió, manteniendo su postura firme.

—Eso me sería de mucha ayuda... Para serte franco, tú también me pareces interesante —dijo el extraño, con un brillo extraño en sus ojos—. Sabes, no había conocido a alguien con tus características, en realidad, es la primera vez que veo un dragón tan peculiar como tú. Dime, ¿a qué especie perteneces?

Blanco pensó en la respuesta más adecuada para la situación.

—Recuerdo que Voz de la Sabiduría me dijo que mantuviera mi existencia en secreto, entonces supongo que mentiré.

—Yo la verdad... mi especie proviene del este, muy lejos de aquí. De hecho, estoy en este lugar porque me perdí cuando vine con algunos de los míos a buscar alimentos en los clanes de la zona.

El extraño lo miró con una leve inclinación de cabeza, evaluando sus palabras.

—Entiendo... Me parece interesante que exista una especie así en el este... aún más una que no conozca, pero sobre todo, que haya un pequeño clan que en realidad no existe. No esperaría que trataras de engañarme de esa manera, pequeño. Tratar de engañar a un estafador es imposible. En esa zona no hay nada más que bestias de fuego, seres sin raciocinio y violentos... Déjame adivinar... Una especie nunca antes vista, con características extrañas, pero sobre todo, un color peculiar... ¿Acaso tú eres...?

Antes de que pudiera terminar, el aire a su alrededor comenzó a vibrar de manera inquietante.

Blanco sintió una presión inmediata en el aire. La figura había comenzado a hacer un movimiento.

—Nada mal, sabía que estabas cerca —dijo con una sonrisa retorcida.

¡No puede ser... Cesin, por qué estás aquí!

El dragón sospechoso, sin previo aviso, se preparaba para embestir a Cesin desde el suelo. Pero en el último instante, una feroz ráfaga de energía elemental vino desde su espalda, deteniéndolo.

¡Ugh! —el dragón misterioso gruñó, sorprendido por la repentina interrupción—. ¿Este ataque? ¿Así que eras un dragón del vacío?

¡Deberías saber que si atacas a alguien que aprecio, lo pagarás caro! —exclamó Blanco, su voz cargada de furia.

Antes de que el dragón sospechoso pudiera replicar, lanzó un ataque brutal hacia Blanco, un torrente de energía destinado a desintegrarlo.

—¡Toma esto... Ráfaga de Cortes! —

El poder del ataque elemental fue tan descomunal que las habilidades de Blanco fueron bloqueadas momentáneamente, dejándolo inmóvil.

Maldición... Si voy a morir, ¡al menos moriré luchando! —pensó, mientras el ataque se acercaba a gran velocidad.

Pero en el instante más crucial, un destello de luz lo rodeó.

—¡No tienes que morir, pequeño! Yo estaré contigo para protegerte.

La tranquila voz de Cesin lo calmó mientras se posaba detrás de Blanco.

—Gracias, Cesin... — murmuró Blanco, aliviado de verla a su lado.

El ser: Hola, quizás te estés preguntando por qué aparezco con menos regularidad que antes. Bueno... la respuesta es sencilla. En este momento, quiero que Blanco se desarrolle. Afortunadamente no depende tanto de mí, pero sigue siendo joven. Hay una gran desproporción entre los tamaños de los adultos y él, y en consecuencia, en fuerza. Supongo que me encargaré de ello más tarde... sería desconsiderado de mi parte dejarlo con tal desventaja… Ya me inventaré una excusa creíble luego... Pero bueno, continuemos con la historia.

—Fuiste muy arrogante al creer que podrías venir y darme caza, Almart —respondió Cesin, su voz grave llena de furia, sus ojos destellando con una ira contenida.

—No tienes por qué estresarte, Cesin —replicó Ernes, con una sonrisa burlona en su rostro, elevando su cuerpo hacia la tercera etapa—. Después de todo, prometí que te aniquilaría. Además de ello, pienso dar un buen uso a tu poder. Me quedaré con él como pago por destruir el de Ernes.

Ernes se preparaba para lanzar su siguiente ataque con total determinación.

—¡Sopórtalo! ¡Pesadillas reales! —gritó, mientras una espesa niebla comenzaba a emanar de su cuerpo, cubriéndolo todo y dificultando la visión. La niebla, sin embargo, no era el ataque principal. El verdadero poder residía en la habilidad de Almart para crear efectos alucinógenos, atrapando a aquellos que caían bajo su influjo en un estado hipnótico profundo, forzándolos a vivir sueños y pesadillas que destruían su voluntad.

SUEÑO DE CESIN:

—¿Qué...? ¿Dónde...? Yo estaba... —la voz de una niña resonó en la mente de Cesin, dulce y cálida, pero al mismo tiempo irreal.

—¡Mamá! —la pequeña se acercó a ella, su imagen difusa, abrazándose a Cesin.

Cesin observaba atónita, la realidad distorsionada ante sus ojos, como si todo estuviera desmoronándose a su alrededor.

—Puedo darte la felicidad que deseas —dijo una voz suave, llena de promesas—. Todos tus sueños se harán realidad mientras te quedes aquí. Atrapo los sueños y enjaulo el dolor para que tú seas feliz. Solo déjate llevar y no luches.

La voz continuó, como un susurro constante, repitiendo una y otra vez su mensaje.

—Y algún día se cumplirá, todos tus sueños se harán realidad.—

El sueño se volvía más oscuro y la mente de Cesin comenzaba a nublarse. Un atisbo de conciencia luchaba por abrirse paso en medio de la neblina mental.

—Yo... yo quiero estar con mi hija... —pensó, deseando que todo fuera real, que pudiera volver a tener lo que más había querido.—

Tiempo después, Cesin, ahora en un plano diferente de conciencia, escuchó una voz en frente de ella.

—Tú, también... estás aquí... —las palabras de la voz, dulces y tentadoras, eran como una melodía suave, pero al mismo tiempo peligrosa. —No quiero irme... quiero quedarme contigo y mi hija... quiero volver a tener una familia, a volver a ser feliz. —

Justo antes de ceder a la falsedad de su deseo, una duda cruzó su mente. —Esto es fantástico… solo tenemos que ir con Gradad y decirle que mi familia volvió... y Blanco...—

Una incomodidad invadió la mente de Cesin, mientras una pregunta oscura se asentaba en su pensamiento.

—¿Blanco?... ¿Dónde está?... Él estaba junto a mí cuando... yo... ¿qué estaba haciendo?... Ugh, ahhh... me duele la cabeza... — Un fuerte dolor comenzó a apoderarse de ella mientras las sombras de la confusión se arremolinaban en su mente.

Abría los ojos con desesperación, pero a su alrededor, no había nadie.

—¿Ustedes nunca... estuvieron conmigo? —susurró, la tristeza invadiéndola.

—No tienen que estar contigo —la voz seguía, fría y distante—. En este lugar puedes tener a muchas de tus hijas. Nada es imposible. Recuerda la felicidad que te daban en vida. Recuerda que puedes volver a estar con ellos. Solo déjate llevar.

Esas palabras, aunque dulces, se sentían como un veneno, recorriendo su mente, intentando someterla. Cesin se resistió con todo su ser, su voluntad tan fuerte como el fuego que arde en su interior.

—Yo... yo... ¡NO! —gritó, decidida. —Yo no quiero esta mentira. —

—Recuerda lo feliz que eras, — insistió la voz, pero la determinación de Cesin se hizo más fuerte con cada palabra. —Piensa en ello de nuevo, puedes tener la felicidad de la realidad en la falsedad. —

La voz continuó, como un eco lejano, tratando de quebrar su voluntad. —Entrégate al abrazo de la falsa felicidad... —

—La felicidad no consiste en todo tener, sino en saber sacar lo bueno que te da. Y yo soy feliz en la realidad. — mencionaba determinada

Con un suspiro profundo, Cesin sintió cómo todo lo que la rodeaba desaparecía. El mundo ficticio comenzó a desvanecerse, y con ello, la mentira que la había envuelto. —Yo elijo la verdad. —

De inmediato, sus ojos se abrieron con fuerza, y el dolor comenzó a desvanecerse, dejando atrás el vacío y la falsa ilusión.

—¡Blanco! — El grito de Cesin resonó fuerte y claro. —¡Estuviste luchando todo este tiempo! Déjame ayudarte. —

Ser: Sé que hay más preguntas que respuestas, pero primero vamos paso a paso. Una vez que Cesin fue sumida en la hipnosis, Blanco estaba a punto de seguir el mismo destino. Sin embargo, yo evité que eso pasara. Tomé temporalmente su cuerpo y lo controlé como mío. No se preocupen si sienten que Blanco no se desarrolla como debería a causa de mi accionar. Para él será como si su subconsciente lo ayudara a pelear, o como si su cuerpo actuara de manera automática. Pero él creerá que lo está haciendo por su cuenta. Digamos que estoy desarrollando su lado psicológico. Ya saben, el dicho: para ser alguien importante, tienes que creerte alguien importante… Sin más dilación, continuemos.

—Ahora que tengo a Cesin y al otro peculiar bajo mi dominio, puedo darme la libertad de robarles el poder a ambos. Primero, claro, tendré que asesinarlos... —

Se acercó a los dos con paso lento pero seguro, observando a Blanco con más detenimiento.

—Hmm, sigues dándome mucha curiosidad —comentó, con un leve toque de burla en su tono—. Pareces ser del clan del Vacío, pero tus características no lo son. Un dragón blanco con líneas moradas. Si mis sospechas son ciertas, deberías ser aquel sujeto del evento de la Noche Iluminada... Sin embargo, no logro sentir otra fuente elemental aparte del vacío... Pero no me quedaré con la duda. Al absorberte, sabré con exactitud qué eres y qué puedes lograr.

Almart, decidido, levantó sus alas, preparándose para atacar. La oscuridad de la batalla se intensificó. Mientras tanto, el SER, al observar la escena, no pudo evitar sonreír con arrogancia. Almart, confiado, se acercó rápidamente a Blanco, a punto de ejecutar su ataque. Pero algo cambió.

—¿Qué...? ¿Cómo...? ¡¿Dónde estás?! —Almart gritó furioso, sus ojos desorbitados al notar que el dragón blanco había desaparecido de su vista. —Maldito, ¿no estabas hipnotizado? ¡Dime dónde estás!

Blanco, completamente controlado por el SER, respondió con calma pero con una ironía palpable.

—¿Crees que soy tan tonto para decirte dónde estoy? —la voz del SER, a través de Blanco, resonó con frialdad—. Ni que fuera tú para dejarme idiotizar por un pequeño dragón.

Almart, aún confundido, lanzó un ataque elemental de inmediato, buscando el origen de la voz.

—Inténtalo de nuevo, quizás tengas suerte esta vez —respondió el SER con arrogancia, mientras manipulaba a Blanco para que lanzara un contraataque, tan calculado como letal.

Almart, furioso, lanzó otro ataque, pero el SER, controlando a Blanco, respondió con una burla.

—¿Qué pasó? ¿No que muy abusivo? —su tono era ahora completamente despectivo—. Entiendo que no eres rival para mí, es por eso que te escondes... ¿Por qué no vuelves a lanzar tu ataque elemental de antes? Al menos de esa manera evitarás que asesine a Cesin en este instante.

Ignorando por completo a Blanco, Almart abrió su boca, dejando al descubierto sus afilados dientes, apuntando a la carne blanda del cuello de Cesin. En ese momento, el SER, observando la escena, apareció de manera instantánea, utilizando un movimiento de velocidad mejorada y presencia oculta, optimizados por su poder.

—¡Así no juega mi selección! —dijo el SER, mientras se materializaba frente a Almart, usando un rayo del vacío que impactó de lleno en el interior de la boca de Almart, quien lo había abierto con la intención de morder a Cesin.

—Ugh... Aaaaaah, maldito... ¡Me hiciste enojar! Te daré muerte y dolor —gritó Almart, con furia, mientras se impulsaba con sus alas para atacar a Blanco y Cesin, quienes aún permanecían en la línea de fuego.

El SER, observando el desenlace de la batalla, se mostró indiferente.

—Esto no me gusta... o al menos es lo que me gustaría decir si no hubiera planeado todo para llegar a este desenlace. Un hurra por mí... Hip, hip, hurra... Ahora... ¡Acción!

Almart, al estar por impactar, fue sorprendido cuando una voz poderosa y llena de furia resonó en el aire.

—¡Absorción absoluta! —gritó Cesin, mientras una oscuridad engullía a Almart.

Un agujero negro apareció detrás de él, absorbido por una fuerza incontrolable, llevándolo a una distancia de dos kilómetros. Almart gritó de frustración mientras desaparecía en el vacío.

El SER, observando la escena con calma, comentó desde su posición:

—Qué buena entrada fue esa... Por favor, parecería que estabas esperando el momento oportuno para parecer alguien genial —se burló el SER, mientras se acomodaba, consciente de que el plan había funcionado a la perfección.

Luego, sonrió, su mirada fija en Cesin.

—Ah, y respecto a esa voz en su mente, ¿quién creen que fue la que la metió allí? Solo le hice creer que era ella quien pensaba que tendría que despertar. Y listo... Para serles franco, hubiera sido más fácil para mí simplemente quitar el efecto del hipnotismo de esa niebla, o recuperar a Cesin para que estuviera al cien por ciento, o incluso regalarle un power-up a Blanco, pero eso está fuera de discusión... Prometí no interferir de manera activa en este lugar. Pero bueno, así son las cosas. Continuemos.

En ese momento, Cesin, alzando su cuerpo con una furia imparable, gritó:

—¡Si quieres atacar a mi hijo, primero tendrás que pasar sobre mi cadáver!

Con su cuerpo alcanzando la quinta etapa de evolución, Cesin estaba dispuesta a darlo todo.

—Maldita... ¡Ugh! ¡No creas que eres la única con esa fuerza! —gritó Almart, a la par que también elevaba su cuerpo a la quinta etapa de evolución y lanzaba su siguiente ataque.

—¡Corte de realidad! —gritó, abriendo una grieta en la realidad misma, apareciendo detrás de Cesin para lanzar su siguiente ataque.

—¡Tornado de la muerte!

—¡Rayo del vacío! —respondió Cesin con valentía, mientras liberaba su ataque para contrarrestar el de Almart.

Blanco, viendo la desesperación en los ojos de Cesin, gritó:

—¡Tengo que ayudar a Cesin!

Con determinación, Blanco se posicionó para lanzar un ataque elemental del vacío.

—¡Rayo del vacío!

El segundo ataque impactó en el pecho de Almart, pero, sorprendentemente, no lo inmutó.

—¿Qué...? Pero antes sí pude lastimarlo, ¿por qué ahora no? —pensó Blanco, confundido y lleno de dudas.

[Según la información recopilada hasta el momento, se estima que la fuerza física y elemental del oponente aumenta dependiendo de la etapa evolutiva en la que se encuentre.]

—Eso quiere decir que aún soy muy débil... —susurró Blanco, mientras sentía el peso de la batalla sobre sus hombros—. Dime, Voz de la Sabiduría, ¿cómo puedo incrementar mi fuerza?

[Para elevar la etapa de evolución, se recomienda condensar la energía proveniente del cuerpo del patrocinado en su corazón. De esa manera, se podrá romper la limitante que condiciona al patrocinado.]

—Entiendo, lo intentaré —respondió Blanco, mientras trataba de realizar la acción. Pero el estrés de la batalla y el miedo de que Cesin se lastimara o, aún peor, que la perdiera, perturbaban su mente.

—Ugh... ¡Yo... maldición!... ¡No puedo hacerlo!... No puedo ayudar a Cesin... ¡No así! ¿¡Qué puedo hacer!? —gritó Blanco, desesperado, mientras observaba la feroz pelea entre los dos enormes dragones.

¡Entendido! Aquí te dejo la versión modificada, mejorada y descriptiva del texto:

—¡Eres fuerte, Cesin! —dijo Almart, mientras su mirada llena de burla se fijaba en ella. Su tono era de desafío, mientras notaba cómo la dragona comenzaba a ceder—. Pero me pregunto, ¿por cuánto tiempo más podrás aguantar? Tu cuerpo no parece estar completamente recuperado, y lo forzaste a elevarse a la quinta etapa de evolución. Dime, ¿realmente vale la pena ese mocoso?

Cesin apretó los dientes, sus garras tensándose mientras su cuerpo temblaba por el esfuerzo. La ira surcaba su pecho como una tormenta indomable.

—¡Cállate! Eso no te importa —respondió, con una furia que apenas podía controlar.

Almart sonrió con desprecio.

—Puedo sentir tu frustración. Antes de matarte, verás cómo devoro a ese pequeño dragón. Será el mismo destino que sufrirá tu preciada hija.

Al escuchar esas palabras, algo dentro de Cesin se rompió, algo profundamente enterrado. Su alma se incendió en cólera, y sus palabras surgieron como un rugido animal.

—¡Maldito! ¡Eres un maldito! ¡Te voy a matar! ¡No te llevarás a otro de mis hijos! ¡Primero tendrás que matarme para hacerlo!

Almart, disfrutando del espectáculo, la desafió aún más.

—Eso es, Cesin. Sigue así, pronto todo el poder de tu familia será mío. La usaré muy bien.

El agotado cuerpo de Cesin se desmoronaba lentamente, y cada movimiento se volvía más lento y torpe. La presión sobre su cuerpo ya era demasiado, pero su corazón, lleno de rabia, seguía luchando.

Blanco, observando impotente, sintió cómo su mente y cuerpo le fallaban, pero no podía dejar de pensar en Cesin.

—¡No puedo seguir viendo esto! —gritó, mientras el miedo y la desesperación lo embargaban—. ¡Tengo que ayudarla! ¡Tengo que ayudarla!

Con desesperación, se dirigió al único ser que lo podría ayudar.

—¡Voz de la sabiduría, dame la fuerza para poder enfrentarme al enemigo!

[El incremento de fuerza será demasiado para que el pequeño y débil cuerpo del patrocinado pueda soportarlo.]

[Después de considerarlo, el incremento de fuerza ha sido bloqueado para mantener la integridad física y mental del patrocinado.]

—¡Qué! —gritó Blanco, su frustración alcanzando niveles insoportables—. ¡No me importa lo que tú creas! ¡Dame esa fuerza! ¡Necesito defender a Cesin!

[Se considera que el apego emocional que el patrocinado tiene hacia la dragona del vacío podría ser perjudicial para su correcto desarrollo. Por ello, se llegó a la conclusión de que aproveche esta oportunidad para alejarse de la zona del conflicto y resguardarse, mientras sigue incrementando su fuerza.]

—No digas estupideces… Si no puedes ayudarme, entonces ya no te necesito —contestó Blanco, enfadado, sintiendo cómo la impotencia lo desbordaba.

La batalla continuaba, y el caos alcanzaba su punto máximo cuando Almart volvió a hablar, sus palabras llenas de desprecio.

—¿Entiendes la situación en la que te encuentras, verdad, Cesin? Ya no puedes seguir luchando. Ahórrate el interminable dolor y entrégate a la muerte. Si lo haces, te prometo que mataré al pequeño sin dolor.

—¿Eres imbécil? —respondió Cesin con furia contenida, su voz llena de determinación—. ¿Quieres que una madre te entregue a su hijo voluntariamente? Te tengo esta contraoferta… ¿por qué no te vas y jamás vuelves?

La risa de Almart se volvió más amarga y cruel, sus ojos brillando con un peligro mortal.

—Oh, vamos, no estás en posición de hacerte la fuerte. Un solo ataque más y tu cuerpo colapsará.

—¡Cállate! —gritó Cesin, su cuerpo resonando con el poder de la furia que contenía—. ¡Mientras aún tenga energía, no podrás acercarte a mi hijo!

Almart observó el desgaste de Cesin, sonriendo con suficiencia.

—Entiendo. Entonces acabemos con esto de una vez.

Almart comenzó a condensar una gran cantidad de energía entre sus cuernos, su cuerpo llenándose de un poder oscuro y destructivo.

—Prueba esto, Cesin. Te lanzaré mi ataque final… ¡Tormenta Eterna!

Cesin, con su energía restante, no dudó en responder.

—No creas que me vencerás con eso… Te mostraré un verdadero ataque final… ¡Abismo devora almas!

Pero antes de que Cesin pudiera lanzar su ataque, algo extraño sucedió. Detectó que la dirección del ataque de Almart no iba hacia ella, sino hacia otro lugar. Su mente calculó rápidamente la trayectoria.

—¿A dónde? —se preguntó, frustrada y llena de miedo.

Cesin se lanzó hacia la zona de impacto a una velocidad descomunal.

—¡Maldita sea! —gritó, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza, desesperada.

—¡Sal de ahí, muévete! —gritó, pero la distancia parecía interminable.

El destino de Blanco estaba sellado, su vida se desvanecía mientras su cuerpo se volvía inerte. No podía mover una sola extremidad.

—¿Por qué? ¿Por qué a mí? —susurró mientras el ataque de Almart se acercaba, sabiendo que no podía hacer nada.

Justo antes de que el ataque lo alcanzara, Cesin apareció, abrazando a Blanco con lo último que le quedaba de fuerza.

—Lo lamento, Blanco… No podré verte crecer —dijo Cesin, su voz quebrada por el dolor, mientras el impacto de la tormenta eterna los envolvía.

Blanco, atónito, sólo pudo susurrar un último "¿Qué?" antes de que todo se volviera negro y la conciencia se desvaneciera.

El caos reinaba, y el aire estaba impregnado de desesperación. La lucha de Cesin había sido en vano, pero algo aún persistía, algo que Almart no esperaba ver.

—Ah… Ah… Ah… Fue más desgastante de lo que imaginaba. Pobre Cesin, tan fuerte, pero con una debilidad aún mayor. Es una lástima que no pueda devorarte para adquirir tu fuerza, pero al menos logré deshacerme de una molestia más… Uhm—.

El polvo comenzó a dispersarse, revelando el desastre que el ataque había causado. Sin embargo, lo que Almart no esperaba era ver a un pequeño dragón aún de pie, temblando, pero con una feroz voluntad que no se extinguía.

—No puedo creerlo, esa maldita logró dejarte con vida… —dijo, su tono lleno de incredulidad—. Te felicito, Cesin. Al menos podré devorarlo a él y adquirir su fuerza.

Mientras Almart descendía hacia el suelo con la intención de devorar a Blanco, este, aún inconsciente pero de pie, no dejó de resistir.

—¿Qué es esto? —preguntó Almart, sorprendido al ver al joven dragón mantenerse en pie—. Sigues de pie, pero inconsciente. Debo admitir que tienes una gran voluntad, pero no te servirá de nada ahora mismo.

Con una sonrisa cruel, Almart abrió su mandíbula, listo para devorar a Blanco de un solo bocado.

En ese momento, el Ser, que controlaba el cuerpo de Blanco, intervino.

—Bien, es momento de que juegue mi papel.

—¿Qué carajos planeas hacer? —dijo Almart, su expresión transformándose en una mezcla de confusión y curiosidad.

—¿Uhm? —Almart no pudo evitar sorprenderse aún más—. No puedo creerlo, ¿así que aún estabas consciente?

—Eso, ¿a ti qué te importa? —respondió Blanco, ahora bajo el control del Ser, mientras su cuerpo comenzaba a moverse con la velocidad y el sigilo que solo el Ser podía infundirle, su presencia ocultándose momentáneamente.

Almart frunció el ceño, pero no dejó que la sorpresa lo frenara. Sonrió con arrogancia.

—Me parece increíble que hayas logrado mantenerte cuerdo, pero recuerda, ya no estoy jugando.

Almart, con su velocidad mejorada, se puso rápidamente delante de Blanco, adelantándose al movimiento de este último.

—No luches más, solo muere —dijo, con una sonrisa maliciosa.

Pero Blanco, con gran esfuerzo, esquivó las garras de Almart, cayendo de nuevo sobre sus pies con extrema dificultad. A pesar de las limitantes de su cuerpo, la voluntad de sobrevivir lo mantenía en pie.

—Es un poco complicado con estas limitantes, pero aún puedo lograrlo —pensó el Ser dentro de Blanco.

—¿Por qué no te acercas un poco más? Claro, si es que puedes hacerlo —dijo el Ser, con tono de desafío.

Almart, dudando del siguiente movimiento de Blanco, gritó:

—¡Ya me cansé!

Con un rápido movimiento, Almart utilizó su Corte de Realidad para aparecer detrás de Blanco y lanzarse hacia él con la intención de devorarlo de un solo mordisco.

—Eso es justo lo que quería —dijo el Ser, mientras rápidamente activaba la habilidad "Luz Resplandeciente" para dificultar la visión de Almart y luego utilizaba "Absorción Absoluta", paralizando a Almart por unos segundos, lo que permitió al Ser teletransportar a Blanco a una zona segura sin que Almart pudiera verlo.

—Uf, eso fue peligroso, pero por ahora te libraste de la muerte… —dijo el Ser, con una ligera sonrisa de satisfacción—. Ah, sé que cuando despiertes estarás muy resentido, pero son cosas que pasan. Está bien, como recompensa, te daré algo valioso. Solo espera y verás.

FIN DEL CAPÍTULO 3.